lunes, 20 de octubre de 2025

Milei y Trump, de la sobreactuación a la parodia

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Milei y Trump, de la sobreactuación a la parodia


LA NACION


Sergio Suppo



Donald Trump y Javier Milei por Alfredo Sabat




El problema de la actuación es la sobreactuación, enseñaba un viejo maestro de teatro, harto de que sus alumnos imitaran en clase los gestos de algún actor de cine tan famoso como vulgar.


El drama tiende a la farsa, pero no deja por eso mismo de ser un drama. Por tragicómicas que resulten, no serán las escenas de última hora las que determinarán la sentencia electoral de la primera mitad del gobierno de Javier Milei.



El resultado del 26 de octubre está encerrado en variables personales. Se pueden contar al menos cuatro, entre muchas otras. Todas en general ligadas al manejo de la economía y su impacto en la vida de cada votante.


Es un fenómeno asombroso que la fuerza política con más dirigentes condenados por corrupción de la historia argentina se escandalice señalando la corrupción ajena sin admitir la propia


Argentinos que se mantienen inalterables en el deseo de que se apliquen medidas drásticas para cambiar el rumbo decadente. Argentinos cansados del rigor de esas medidas. Argentinos esperanzados de que lo peor ya pasó y ahora se empezarán a ver los resultados. Argentinos que perdieron hasta la paciencia por el efecto del ajuste económico.


En un segundo plano, otros elementos que agregan o quitan peso al resultado de cada una de las listas. Para empezar, la corrupción, convertida en un problema para La Libertad Avanza y en arma usada por los kirchneristas.



Cuando tenía todo para convocar a una alianza amplia y heterogénea de socios, Milei eligió listas propias, integradas por dirigentes incondicionales, mujeres llamativas y algún que otro capricho personal


Es un fenómeno asombroso que la fuerza política con más dirigentes condenados por corrupción de la historia argentina se escandalice señalando la corrupción ajena sin admitir la propia. En ese peligroso juego de igualación hacia abajo siempre pierden los libertarios. Ni los influencers de la disruptiva comunicación libertaria lo pueden evitar.


La naturaleza belicosa, expulsiva y refractaria a cualquier acuerdo que convirtió a Milei en presidente en menos de tres años terminó por convertirse en un problema electoral.


La corrupción, como la alergia de Milei a los acuerdos, serían meros detalles electorales si la reforma económica hubiese entregado buenas noticias sobre los ingresos


Cuando tenía todo para convocar a una alianza amplia y heterogénea de socios, Milei eligió listas propias, integradas por dirigentes incondicionales, mujeres llamativas y algún que otro capricho personal, como el que terminó eyectado del principal lugar de la lista más importante. Ahí donde tenían que remontar una dura derrota, los libertarios debieron reemplazar a José Luis Espert.


La corrupción, como la alergia de Milei a los acuerdos, serían meros detalles electorales si la reforma económica hubiese entregado buenas noticias sobre los ingresos. Creyó el Presidente que con reducir la inflación alcanzaba y, aunque nadie deje de reconocerle ese mérito, la incomodidad de no llegar a fin de mes predomina justo en el momento en el que el Gobierno debía buscar los votos.


La desconfianza en los mercados por el temor de que el Estado argentino no pudiese pagar sus deudas en bonos y créditos externos desnudó los pies de barro financieros de un plan económico, que Milei presentó desde el primer día como un éxito absoluto digno del Premio Nobel. Mejor no alquilar el frac todavía.


La secuencia final es un tobogán sin final hasta la llegada ayuda de los Estados Unidos. Primero la presión sobre el peso intentó ser atenuada con tasas de interés que acentuaron la parálisis de una economía ya frenada por la baja del consumo. Se suponía que eso alcanzaría para que el dólar no siguiese aumentando. Pero el dólar siguió subiendo, al igual que el riesgo país.


Milei aprovechó entonces la ventaja de ser un fanático integrante del nuevo club de la derecha populista global que comanda Donald Trump. Porque el Presidente pertenece a ese grupo; porque eligió alinear las relaciones exteriores a las de los Estados Unidos, y porque la Casa Blanca necesita un aliado válido en una región que afianza sus lazos comerciales y políticos con China.


Trump fue tan efusivo que se pasó varias estaciones y se metió de lleno en la campaña electoral


Pasan cosas extrañas. Lo inusual y cuantioso del salvataje anunciado potenció la desconfianza de los mercados. Al anuncio de hace dos semanas, luego de la reunión de Milei y Trump en las Naciones Unidas, siguió la ansiedad de no ver reflejada en forma inmediata la ayuda prometida.


Fue por ese motivo que Scott Bessent, el titular del Departamento del Tesoro, habilitó la intervención en el mercado cambiario argentino para comprar pesos. Ni a un libretista de Tato Bores se le hubiese ocurrido escribir lo que pasó.


El dato financiero inédito quedó reducido casi a la nada con la conferencia ofrecida como primer plato por Donald Trump a Milei el martes pasado en la Casa Blanca. ¿Era necesario gestionar esa cumbre? De nuevo, la sobreactuación tuvo un costo.


Trump fue tan efusivo que se pasó varias estaciones y se metió de lleno en la campaña electoral con una amenaza concreta de quitar el apoyo prometido si el kirchnerismo derrotaba a los libertarios.


Los mercados tuvieron una reacción que habla tan mal de la exageración extorsiva de Trump como de su lectura literal de las palabras del presidente republicano. Se sabe que es un dirigente que dice cosas más llamativas que precisas. Esta vez incluso llevó al extremo el discurso que Milei usa en la campaña, en el sentido de que votar por él es la única alternativa para evitar el regreso del populismo kirchnerista.


Un día después, y luego de aclaraciones imprecisas de los ministros de la delegación argentina, Bessent debió anunciar que la ayuda prometida puede llegar a ser el doble de lo ya prometido.


Entre tanto ida y vuelta surge con claridad que el Gobierno no podrá seguir como está después de las elecciones, gana, pierda o empate. El plan económico tiene un problema más que evidente y no se solucionará ni con ayudas extraordinarias. Milei está obligado a un fuerte replanteo y a encontrar socios para las reformas estructurales que le permitan a la economía recibir las inversiones que se anuncian pero no se concretan.


El kirchnerismo celebró por anticipado los 80 años del peronismo creyendo haber visto la reposición perfecta del slogan Braden o Perón. Omitió el detalle de que la perspectiva de su regreso provoca una detonación cada vez más destructiva del valor de la moneda y de las empresas en las que trabajan los argentinos.


Tanto Trump como el kirchnerismo se equivocan. Es difícil que los argentinos atiendan a la coacción del presidente republicano. Simplemente, no resultó creíble. Solo los fanáticos de Cristina podrán atender la intromisión de Trump, que fue grave, pero no pareció seria.


Por Sergio Suppo

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