martes, 2 de septiembre de 2025

Editorial Dante Quinterno: Andanzas de Patoruzú #183

lunes, 1 de septiembre de 2025

¿Un palito para Caputito? El Gobierno denunció la filtración de audios de Karina y lo calificó como "un ataque ilegal"






Judiciales y Policiales

¡Se matan entre ellos!

¿Un palito para Caputito? El Gobierno denunció la filtración de audios de Karina y lo calificó como "un ataque ilegal"

El “bobocero” Manuel Adorni aseguró que la difusión de conversaciones privadas de Karina Milei en la Casa Rosada son un delito "planificado", y corre el rumor de que la operación lleva el sello del asesor  Santiago Caputo (Dibujo: Fernando Rocchia para AGENCIA NOVA)





El Gobierno de Javier “Jamoncito” Milei empezó con miedo la última semana antes de las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires, cuyo resultado podría ser una bisagra que condicione los comicios nacionales, y ensayó una burda jugada judicial para tratar de tapar el escándalo de las coimas de ANDIS, denunciando una filtración de audios de la “primera hermana” Karina Milei en la mismísima Casa Rosada.


El material que circuló en los medios de comunicación en los últimos días de la semana pasada, en el marco del destape de las presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), generó un terremoto en el Gobierno y no precisamente por lo que se escucha en los audios, sino porque revela que el “topo” que filtra la información está realmente cerca de los círculos más íntimos del prescindente.



Si bien por ahora los audios en los que se escucha a Karina no contienen información comprometedora, según las versiones de los medios, los fragmentos difundidos hasta ahora serían solamente una parte de una grabación más extensa y que podría resultar fulminante en caso de salir a la luz.


Con la bomba de tiempo a punto de estallar, el Gobierno de “Jamoncito” se apuró a intentar ponerle paños fríos al escándalo. Según las malas lenguas, habrían intentado incluso ofrecer dinero para que no se difundan las grabaciones. Pero como aparentemente el soborno no habría sido suficiente, finalmente recurrieron a la vía judicial en un intento no solo por evitar más filtraciones, sino también de recuperar la agenda mediática.


Este lunes, el “bobocero” presidencial Manuel Adorni, confirmó desde su cuenta de X (Twitter) que el Ejecutivo denunció la filtración de audios ante la Justicia Federal, considerando que se trató de “una operación de inteligencia ilegal con el fin de desestabilizar al país en plena campaña electoral”.


“Se grabaron conversaciones privadas de Karina Milei y otros funcionarios, las que fueron manipuladas y difundidas para condicionar al Poder Ejecutivo. No fue una filtración. Fue un ataque ilegal, planificado y dirigido”, sentenció el funcionario con cara de huevo duro.


El adorno presidencial ya venía haciendo alaracas por la filtración de las conversaciones de Karina desde el final de la semana pasada: “En cuanto a los supuestos audios de Karina Milei: - Si los audios son verdaderos estamos ante un escándalo sin precedentes. Sería la primera vez en la historia Argentina que se graba a un funcionario dentro de la Casa Rosada”, publicó en sus redes sociales el 29 de agosto.


“La difusión de estos audios, a 10 días de la elección de la provincia de Buenos Aires, confirma que todo lo que viene ocurriendo es una operación orquestada y diagramada de desinformación, con el evidente objetivo de desestabilizar al gobierno e influir maliciosamente en el proceso electoral”, insistió en aquella ocasión, tratando de enmarcar la filtración de los audios de Karina con la misma estrategia de la “operación del kirchnerismo” para ensuciar al Gobierno.


Sin embargo, por ahora el problema del Gobierno sigue siendo el mismo: la persona que grabó a Karina y al ex titular de Andis Diego Spagnuolo tiene que ser un funcionario o dirigente con mucha llegada a los círculos de confianza más altos del prescindente.


En este sentido, corre en las redes el rumor de que la maniobra no sería una treta opositora, sino de un pase de facturas internas del sector de Santiago Caputo, que está abiertamente enemistado con el ala de Karina.


Si bien las pruebas de que Caputín haya estado detrás de las filtraciones brillan por su ausencia, las especulaciones tienen sentido:


Existe un móvil para el pase de facturas: el cierre de listas en el que Karina desplazó a las Fuerzas del Cielo habría sido la gota que derramó el vaso en una guerra que llevaba tiempo sucediendo en silencio


El modus operandi encaja con el de Caputito: bien sabido es que el “infante mejorado con cirugía” es adepto a actuar como si fuera un gánster de Netflix y a mover hilos en redes sociales que hacen caer figuras como piezas de dominó.


Tiene los medios para operar a piacere: los vínculos de Caputo con la SIDE, de la cual es el presunto jefe en las sombras, le darían acceso al personal y artilugios necesarios para grabar a figuras como Spagnuolo y Karina.


Sea como fuera el asunto, sin importar quién realmente esté detrás, la denuncia del Ejecutivo parece más un manotazo de ahogado para intentar desacreditar o directamente impedir nuevas filtraciones en el futuro, que un intento por descubrir realmente al “topo” que está detrás de la maniobra.


En definitiva, la jugada de “Jamoncito” no hace más que remover el avispero y más aún, podría generar un terremoto aún mayor en el Gobierno si la Justicia se toma las cosas con seriedad y comienza a investigar con lupa lo que ocurre dentro de Casa Rosada.

Bienvenidos al sentimiento que tienen los kirchneristas











COLUMNISTAS 

Moral y política

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Elegir el voto incluirá la cuestión ética: ¿será superior al utilitarismo que determina a veces?

Luis Costa 

Diario Perfil




Cristina Kirchner por Pablo Temes

“No es la ética misma la que se está extendiendo, sino solo la comunicación sobre la ética”.

Niklas Luhmann

Es posible que ahora resulte más sencillo para el antikirchnerismo comprender y estar más cerca de los sentimientos de sus rivales, en especial, para toda ocasión en que se debe construir un esfuerzo explicativo para situaciones de acciones futuras. Millones de votantes se verán enfrentados, en los próximos días, a hacer un juego de agregados y quitas, para seguir intentando sentir que sus votos siguen siendo un acto moral, por un futuro mejor, basado en la negación de las inmoralidades que tanto despreciaban en gestiones anteriores, pero sintiendo, de manera creciente que son ellos los que deben hacer a un lado las inmoralidades repentinamente cercanas, de lo que solo simulaba ser diverso. En realidad, todos van descubriendo, que la política no es un espacio que pueda ser descripto a través de criterios morales, sino de otros rastros que requieren esfuerzos sistemáticos de adaptación sentimental.

No puede negarse que en la comunicación cotidiana la moral se hace presente. Sin embargo, esto se produce de un modo en el que no siempre queda aclarado el origen estructural que da orientación indudable para definir lo moralmente aceptable de lo no aceptable, es decir, cuándo una comunicación está moralizada y cuándo no lo está. Sin mucha dificultad, se puede reconocer cómo lo “bueno”, o lo “malo”, en tanto criterios descriptivos de diferentes procesos sociales, ha ido mutando a lo largo de los años. Aquello que era absolutamente inaceptable hace cincuenta años puede hoy resultar un detalle sin sentido. Las modas de indumentarias, los estilos artísticos musicales, la convivencia de parejas sin estar casados, y hasta los contenidos televisivos son solo ejemplos de lo normal y no cuestionado (excepto en casos marginales) del presente, pero intolerables moralmente en un pasado reconocible en el tiempo. Pero, al mismo tiempo, sin mayor dificultad, se puede caer en la cuenta de que los criterios para indicar un lado o el otro de la moral no son precisamente fijos, sino también mutables. No solo es frágil la moral, sino que los componentes contemporáneos de su definición lo son al mismo tiempo. No todo es así en la sociedad moderna.

Para algunos procesamientos de comunicación social en ámbitos específicos, existen referencias de mayor precisión. El sistema del derecho tiene normas hacia las cuales señalar una referencia al momento de indicar si está algo ajustado o no ajustado a derecho, y tiene, al mismo tiempo, procedimientos conocidos que deben ser cumplidos a lo largo de cada recorrido judicial. La economía resuelve la indeterminación de una comunicación a través del uso del dinero, ya que se reconoce a la moneda corriente como el mecanismo válido e indudable para realizar un pago en el precio que corresponda, y la ciencia tiene criterios de demostración de verdades entre pares que determinan la verdad o no verdad de un descubrimiento científico, sin el cual no podría, ni ser publicado, ni justificar nuevas líneas de investigación para nuevos presupuestos. Estos recursos no implican un mecanismo seguro e infalible de un fluir sociológico de las comunicaciones, pero ayudan a establecer criterios de reducción de incertidumbre o de arbitrariedades. Si se tiene el dinero, se paga y se acepta el pago; si se demuestra que se violó una norma, será acusado; si el análisis estadístico demuestra relación causal, podrá ser publicado. Pero el problema con la moral es que no tiene ningún equivalente que ofrezca prestaciones de este tipo, lo cual lleva, inevitablemente, a consecuencias, en especial, porque debe reemplazar una referencia fija inexistente, por otra de criterios móviles. Esto conduce, necesariamente, a otorgarles un peso exagerado a las decisiones o preferencias personales. Esto es casi lo único que se necesita para que se expanda el despliegue de la arbitrariedad. Así, la subjetividad hace su juego.

Establecida esta limitación operativa, se puede comprender con mayor facilidad a lo que un proceso de comunicación se somete si es que la moral se encuentra como elemento argumental. Al no existir componentes estructurales o determinantes para discernir de manera universal lo bueno de lo malo, nunca llega a resolverse el paso de un lado al otro de ese código binario. A diferencia de una norma, que existe en formato de ley, la moral sobrevive como un componente valorativo de observación que se va nutriendo de la acumulación de puntos de vista que combinan preferencias ideológicas, o de gustos, de varios tipos, a través del tiempo. Se comprende, de este modo, lo difícil que podría ser, en algunos casos, el logro de hacer fluir un proceso de intercambio comunicacional, si es que el único elemento disponible es el moral. En caso de que se extremen las posiciones, no habrá resolución de contingencia que logre una huida exitosa a un conflicto de partes. En eso anda la política argentina.

El sistema político ha ido incluyendo cada vez más elementos de moralización a sus propios procesos de comunicación. En realidad, no es el único, ya que de los ejemplos expuestos es también posible combinarlos con indicaciones morales. Se puede lamentar que un barrio modifique su paisaje por el reemplazo de casas por edificios, pero no por eso limitar la inversión; o se puede sentir bronca por la cantidad de años que se otorga de prisión a un condenado, pero solo será un tiempo dado de acuerdo a lo que una norma permita. La moral interviene, entonces, como un comentario externo a procesos específicos en los que no puede intervenir. La política, por el contrario, parece haber intentado en este último tiempo hacer creer en Occidente que los valores e idearios de preferencia eran los que realmente diferenciaban objetivamente a buenos de malos, e involucrando de esa manera a demasiadas personas en algo aparentemente real y esencial. El proyecto de Milei ha tenido esa forma.

Al final del camino se encuentra un límite. La moral no puede reemplazar con eficiencia aquello que sucede operativamente en otros sistemas ya basados en lógicas operativas propias. Incluso, cuando lo intentan, solo producen detención. El kirchnerismo queriendo digitar la complejidad de la economía, sobre las bondades del pueblo y la maldad del capitalismo, son un buen ejemplo de que no es ese un atajo productivo. La moral, cuando aparece, detiene al mundo.

El silencio de Milei luego de la filtración de los audios, sin hablar por demasiados días, es solo explicable por el abuso de la moral en todas sus comunicaciones por demasiado tiempo, como un artefacto, que, por exceso de uso, se convierte indefectiblemente en un arma en su contra, y produciendo sobre él mismo, lo que genera la moral: quietud en la comunicación.

El regalo indeseado de este derrotero es que en este tiempo urgente de las elecciones, el antikirchnerismo debe constituir un escenario de justificación para hacer a un lado los criterios morales, y descubrir que los verdaderos trazos de la política no son los de los valores compartidos, sino los de las oportunidades que se busca aprovechar para ganarle, toda vez que se pueda, a los enemigos.

La sociedad tiene un recurso para resolver esto, la hipocresía. Su utilidad es notable, ya que permite el fluir de la comunicación a pesar de las inconsistencias. Tal vez el voto, por lo menos ahora, en lo inmediato de esta próxima elección, tenga más contenidos de hipocresía que de componentes morales. Bienvenidos al mundo real, ese que habla de la moral, pero se entretiene con otras cosas.

* Sociólogo.

HUMOR DIARIO