martes, 12 de agosto de 2025

"TITANES ANUAL 2025 #01"

HUMOR DIARIO

El “efecto kuka” y otros viejos rebusques

 LA NACION > Ideas


El “efecto kuka” y otros viejos rebusques 


PARA LA NACION 


Sergio Suppo









Contagiado de la intensa comunicación libertaria, el ministro Luis Caputo pasó del bando de los supuestos tímidos a provocador sobreactuado a medida que los elogios de Javier Milei lo envalentonaban.


En los últimos días acuñó dos auténticos hits. “Comprá, no te la pierdas, campeón”, dijo y colaboró con la trepada del dólar que se calmó después del último desembolso del Fondo Monetario Internacional. Más adelante, el ministro atribuyó la desconfianza cambiaria al “efecto kuka”.



La Argentina está demostrando la existencia de una nueva regla económica: la cotización de su moneda es directamente proporcional a la capacidad de regreso al poder de una de sus grandes fuerzas políticas, el peronismo.


La Argentina está demostrando la existencia de una nueva regla económica: la cotización de su moneda es directamente proporcional a la capacidad de regreso al poder del peronismo


La irrupción de Caputo parece una reminiscencia de sus días de ministro de Mauricio Macri, cuando el gobierno de Cambiemos convirtió en una forma permanente de agitación el peligro del regreso del kirchnerismo. Usaron tanto el recurso en esos años que al final lograron que el temor se convirtiera en realidad.


El ciclo libertario apela a la misma táctica con el mismo viejo método de dividir en dos partes desiguales a los votantes. Nada nuevo a poco que se recuerde que la Argentina siempre albergó un régimen binario, dos grandes fuerzas enfrentadas y algunos actores políticos minoritarios empeñados en terciar entre ellos. Desde que se instaló un sistema de ballotage, con la reforma constitucional de 1994, solo un par de veces se lo usó para descartar a ese tercero en discordia.



Milei elige al kirchnerismo como enemigo, tal como Macri, y asume un riesgo extra establecido por el gobernador Axel Kicillof. Antes de llegar a las elecciones que realmente le importan, las de renovación del Congreso del 26 de octubre, Milei pasa por las dos elecciones locales más visibles del largo calendario electoral, las de ciudad y la provincia de Buenos Aires. Como Kicillof, Jorge Macri eligió adelantar la elección porteña para ponerse a resguardo de un triunfo libertario en los comicios de octubre. Perdió mal.


Para tumbar al PRO porteño le apuntó al kirchnerismo, que aparecía como un rival revitalizado por la división en cuatro o cinco listas del desarticulado espacio cambiemita.


Mejor no imaginar los efectos que puede tener para el plan de estabilización la eventual corporización del populismo como alternativa de poder


Los candidatos libertarios ganaron y adelantaron la rendición incondicional del partido de Macri, que terminó de concretarse en la última semana con el armado de listas para diputados y senadores nacionales. El PRO perdió en esa negociación hasta el nombre y el color. Y lo que sigue es una fragmentación entre quienes se hicieron libertarios y los que se sienten liberados de irse a otra parte.


La estación que sigue para los libertarios es ir a ganarle al kirchnerismo en su propio territorio, el conurbano bonaerense.


Milei juega cada partido a todo o nada y parece encaminado a dominar en la provincia, empezando por el interior, con posibilidades ciertas de ganar también en la primera sección electoral y de resultar competitivo en el principal reducto de los divorciados Cristina Kirchner y Axel Kicillof, la tercera sección.


El desafío incluye el riesgo de sufrir un traspié y hacer realidad “el efecto kuka”. Estamos en la Argentina.


Milei busca más diputados y senadores y todos los gobernadores, aliados o adversarios con el oficialismo, aspiran a no perder capacidad de mando a partir de una derrota a manos de ignotos candidatos libertarios


Mejor no imaginar los efectos que puede tener para el plan de estabilización la eventual corporización del populismo como alternativa de poder.


El truco de polarizar con el kirchnerismo, por viejo y gastado, evade un dato muy relevante que curiosamente otros gobiernos también ignoraron. Por elemental que sea, conviene recordar que el kirchnerismo será derrotado en forma definitiva si una administración de signo opuesto gobierna bien y los votantes valoran los cambios. Y, todavía mejor, si un gobierno es reemplazado por otro que sigue las líneas centrales de un cambio de rumbo concreto.


Milei tiene para mostrar que cumplió su promesa de reducir la inflación por la vía del ajuste drástico ejecutado con una convicción inalterable. Con eso ya le alcanzó para estructurar una oferta electoral hegemónica que sepultó hasta los matices de los dirigentes del PRO y del radicalismo que aceptaron mimetizarse y despojarse de sus pertenencias originarias.


Ese corrimiento hasta la desaparición del macrismo como expresión autónoma, así como la desarticulación del radicalismo como fuerza nacional, se explica porque una parte importante del sistema político le reconoce al Presidente una preeminencia que se traducirá en un triunfo en las elecciones de octubre.


Apenas si quedó un espacio alternativo que durante tres días se llamó Grito Federal para luego mudar de nombre a Provincias Unidas. Es al menos extraña la coalición que comparten los seis gobernadores variopintos. Dejaron claro que no aceptan, al menos en este turno electoral, invitados bonaerenses ni porteños. Una reafirmación del discurso contra el centralismo que se disponen a lanzar.


En todos los casos, son gobernadores que no pudieron, no quisieron o no supieron aliarse con los libertarios y están obligados a competir contra Milei.


El lunes, en Córdoba, la ministra Patricia Bullrich los apostrofó colgándoles el sambenito de kirchneristas “suplentes y de baja intensidad”.


Al viejo recurso de la polarización, los libertarios agregarán la renovación del hit de la campaña presidencial: meter a todos en la misma bolsa sin distinguir matices y solo conceder indulgencias a quienes aceptan convertirse por completo al credo de Milei.


El Presidente busca más diputados y senadores, y todos los gobernadores, aliados o adversarios del oficialismo aspiran a no perder capacidad de mando a partir de una derrota a manos de ignotos candidatos libertarios.


En esa carrera en la que casi todos descuentan que Milei ganará por una gran diferencia sobre el kirchnerismo y las listas de los seis gobernadores, no está incluida la exacta dimensión de la contracara de la moneda ganadora de los libertarios. La dimensión del esfuerzo social tras el objetivo de cuadrar los números de la macroeconomía es una posibilidad que la división y debilitad del kirchnerismo y la precocidad de las nuevas alternativas parecen no estar en condiciones de aprovechar.


Es, sin embargo, un dato a despejar. El dato que establecerá el verdadero alcance del fenómeno libertario en las urnas de octubre.


Por Sergio Suppo

Fantasmas y luces rojas: en el Gobierno reconocen la dificultad de la elección bonaerense
























LA NACION > Política


Fantasmas y luces rojas: en el Gobierno reconocen la dificultad de la elección bonaerense 


El equipo de campaña teme por la baja participación en los comicios provinciales del 7 de septiembre; el peso de los intendentes y el desconocimiento de los candidatos violetas; dudas sobre la estrategia y desafíos en varias secciones electorales



LA NACION


Maia Jastreblansky





Axel Kicillof, Máximo Kirchner, Sergio Massa y Javier Milei




La máquina electoral libertaria, que irrumpió con tanta potencia en las PASO del 2023, enfrenta un test muy difícil en las elecciones desdobladas del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, donde se votarán legisladores y concejales. En el arranque de la campaña, los primeros sondeos e investigaciones que leen en la Casa Rosada aparecen luces rojas. Hoy no está tan claro que la fuerza de Javier Milei pueda salir airosa de la contienda bonaerense, la escala previa a los comicios nacionales de octubre.


El bajo interés de la ciudadanía en la elección bonaerense que exhiben las encuestas es el principal fantasma de la campaña electoral para Javier Milei: si hay baja participación (hoy se calcula en no más del 50% de los electores), pesará más el aparato territorial de los intendentes, que son los que tienen poder de movilización y los principales interesados en estas elecciones locales. “No es solamente que hay poco interés en participar, la gente ni siquiera sabe que tiene que ir a votar”, se alarmaba esta semana uno de los principales candidatos de las boletas libertarias.




A ese panorama se le suma la dificultad de los candidatos bajo perfil que encabezan las boletas violetas en la mayoría de las secciones electorales. A excepción del intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela (cabeza de lista en la primera sección) y del intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro (primer candidato seccional en la quinta sección), el resto de los postulantes no tiene un amplio nivel de conocimiento, ni aparato propio o capacidad de movilización.



La preocupación que se palpa en la Casa Rosada y en los búnkeres libertarios dista mucho de la hipótesis que reinaba hace algunas semanas La Libertad Avanza, en la previa al armado de las listas: que alcanzaba con el violeta y con el apellido Milei para dar la pelea en el territorio históricamente gobernado por el peronismo.



Para definir la estrategia electoral, asoman varias dudas. No está tan claro si el encuadre de la campaña debe estar únicamente en “nacionalizar” la elección como se hizo, por ejemplo, en la campaña local en la Capital Federal en mayo, cuando el libertario Manuel Adorni se impuso sobre el PJ y sobre Pro con el eslogan “kirchnerismo o libertad”. “La pregunta es si se puede nacionalizar una elección que se va a territorializar, y que se celebra poco antes de que se defina la verdadera elección nacional”, resumió un colaborador que trabaja en la campaña bonaerense.


Hay, de todas formas, una convicción puesta en que es necesario enmarcar la disputa como una polarización con el kirchnerismo y con la gestión de Axel Kicillof. “En la Ciudad partíamos de otra investigación. Ahora no está tan claro que solo alcance con nacionalizar la elección. El marco narrativo debe estar puesto en el nivel de atraso de la provincia de Buenos Aires versus el futuro que propone Milei”, resumió un colaborador muy al tanto de la estrategia que se está diseñando en la mesa de campaña, en donde participa el estratega Santiago Caputo y los armadores que responden a Karina Milei, con Sebastián Pareja como “jefe de campaña”.


Los ejes de la seguridad y de la baja de impuestos para los sectores productivos serán parte de las consignas de los candidatos violetas.


El otro punto de debate es el rol que debe ocupar Javier Milei, el gran elector del oficialismo. Se palparon inquietudes esta semana con las idas y venidas en torno a la foto del Presidente con los cabeza de lista de las ocho secciones electorales. Originalmente, se había dicho que la foto se haría el miércoles, posiblemente en la Casa Rosada. Pero la puesta en escena se postergó. “No es fácil que Javier se involucre si no lo siente, si no conoce a los candidatos”, reconoció un colaborador de la Casa Rosada.



Finalmente se apeló al factor sorpresa: el jueves, Milei hizo su primera bajada a La Matanza, en un descampado de Villa Celina, junto a Karina Milei, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich (que será una de las principales protagonistas de la campaña), Sebastián Pareja y Cristian Ritondo (presidente de Pro bonaerense), además de los ocho cabeza de lista distritales.


La comitiva estuvo en el lugar poco más de veinte minutos. Alcanzó para que Milei saludara a algunos vecinos en el marco de un fuerte dispositivo de seguridad. Y para hacer la primera foto de campaña con la bandera “Kirchnerismo Nunca Más”, con la tipografía del informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) de 1984. La provocación suscitó una fuerte polémica por la utilización de un símbolo del retorno democrático con fines electoralistas. Pero en la Casa Rosada ni se inmutaron por la controversia. El objetivo de la mesa de campaña ahora es llamar la atención y agitar el avispero de la elección provincial.


Quedó pendiente, en tanto, la visita de Milei al nuevo centro de distribución de Mercado Libre en el Parque Logístico del Buen Ayre, en Tres de Febrero, el municipio comandado por Valenzuela. La idea era que el Presidente se mostrara allí con Marcos Galperín. “Hay que ver qué queremos transmitir con Milei inaugurando un galpón. Hay bajadas que no son aconsejables”, puso en duda un funcionario en Balcarce 50.



Se verá si el Presidente sigue poniendo el cuerpo a la campaña en el territorio o si espera un poco más, a que esté lanzada también la contienda nacional, luego del cierre de listas del 17 de agosto. A partir de ese día, hay tres semanas en las que la campaña bonaerense y la nacional se solapan.


La otra clave de la elección pasará por instalar “la medida del éxito”. ¿Ganará la fuerza que sume más sufragios totales (“el voto popular”)? ¿La que se imponga en más secciones electorales? ¿O la opción que se haga de más bancas en la Legislatura bonaerense?


Si se mide por cantidad de secciones, los libertarios entienden que hay desafíos en varios distritos. Se sienten confiados en la primera sección electoral, que asoma como la batalla crucial de la elección. Con 4.988.779 de electores, es prácticamente tan populosa como la tercera y elige 8 senadores provinciales. Esa porción del territorio contiene al corredor de la zona norte y oeste del conurbano (Vicente López, San Isidro, Tigre, San Fernando y Tres de Febrero). Incluye distritos donde gobierna el peronismo como San Martín, José C. Paz, Merlo, Moreno y Morón. LLA también cree que podrá imponerse en la quinta sección de la mano de Montenegro, por el peso de Mar del Plata.


En la tercera sección electoral (el corazón del kirchnerismo, con municipios como La Matanza y Lomas de Zamora,) los libertarios saben que arrancan muy de atrás. Los primeros sondeos hablan de una ventaja considerable del PJ sobre LLA en el distrito más poblado de la provincia. Dicho de otro modo: para ganar el “voto popular” los libertarios deben compensar la preponderancia del kirchnerismo en la tercera.



La segunda, la cuarta y la séptima sección son, en tanto, un interrogante: aún no se sabe cómo impactará en el reparto del voto la “tercera vía” que encarnan las fuerzas Hechos y Somos, donde pesan las fuerzas localistas. La sexta sección tiene sus desafíos: si bien suele gravitar el votante de centroderecha, su cabecera, Bahía Blanca, está gobernada por el peronista Federico Susbielles, y hay dudas por el impacto del veto presidencial a la ley de emergencia en la ciudad, que buscaba volcar fondos luego de la inundación de marzo. En la octava sección, la de la ciudad de La Plata, los libertarios postularon a Francisco Adorni, hermano del vocero presidencial. Deberá darle pelea a las estructuras de Kicillof y del intendente peronista Julio Alak, con peso en la administración pública de la capital provincial.


“Hay que elegir dónde laburar la campaña y empujar nuestros techos”, señaló un colaborador de la Casa Rosada. Y agregó: “Si nos va mal en septiembre quizás nos ayude a movilizar a la opinión pública para octubre, que es la elección que verdaderamente nos importa”. De antemano, asoma la narrativa libertaria que habla de ganar siempre, aún perdiendo.


Por Maia Jastreblansky

Milei les habla con el corazón de la macro y le contestan con el bolsillo




























LA NACION > Política

Milei les habla con el corazón de la macro y le contestan con el bolsillo

Ante la baja de la inflación y el superávit, ambos logros del gobierno, aparecen cuestionamientos a la caída del consumo por el ajuste libertario; Macri y Pro quedaron atrapados en la justificación del alineamiento electoral

12 de agosto de 2025

PARA LA NACION

Luciana Vázquez



Mauricio Macri y Javier Milei Alfredo Sábat

Javier Milei y Mauricio Macri enfrentan juntos un desafío central para el cuadrante de centro derecha cuya oferta electoral acaba de quedar más corrido al borde y más lejos del centro. Los dos necesitan que La Libertad Avanza arrase en octubre. Uno para restaurar cierta gobernabilidad perdida. El otro, para recuperar oxígeno y no agotar las siete vidas políticas.


Lo que no pudo haciendo política legislativa, Milei deberá lograrlo haciendo política electoral: obtener un triunfo rotundo en las urnas que alinee a la oposición más dura aunque sea por un tiempo, el necesario para que Milei pase las reformas clave en la segunda parte de su mandato. En 2024, el desconcierto ante la voluntad de las urnas y el miedo al votante fue clave para ordenar a la oposición: el poder disciplina a la política.



El perokirchnerismo no se lleva bien con el gobierno en mano de los otros; a lo sumo, se llaman a cuarteles temporalmente, mientras dura el efecto del cachetazo electoral: ese recuerdo, que está olvidado, es el que Milei necesita revivir. La oposición dialoguista, en cambio, está acostumbrada al gobierno de los otros, pero se alinea más fácil cuando los votos la consagran sin vuelta. Es decir, la apoyan con ganas si perciben que votos y legitimidad políticamente correcta van de la mano.


En un año y nueve meses, Milei y Karina Milei ya aprendieron esas lecciones. En el post octubre, quieren aprovecharlas: será el segundo momento de confluencia del respeto y el poder que traen los votos con las chances de gobernabilidad. Milei se mostró eficaz ganando elecciones; en 2025, se exhibió mucho menos efectivo con la gobernabilidad que implica negociación. Por eso, para el mileísmo, octubre es la segunda oportunidad de volver a gozar de la legitimidad de origen: un recordatorio del triunfo electoral de 2023, y de la vigencia de ese apoyo popular. Con esa llave maestra, abre la puerta de la gobernabilidad en 2026. El Gobierno quiere aprovecharla antes de que empiece a escasear de vuelta.


La cadena nacional del viernes partió de esa premisa: renovar el principal contrato electoral que Milei tiene con sus votantes. A la imputación de crueldad, Milei sigue respondiendo con la “locura” política máxima que la gente premió con el voto: hacer campaña con la promesa del ajuste y gobernar cumpliendo esa promesa. La gestión anti déficit y anti inflación sigue siendo el escudo protector de Milei: una “locura” que le permite sostener el apoyo de la opinión pública. Y también, cree Milei, renovar la confianza en octubre y ganar la elección.



Para la oposición dura, hay un “milagro Milei” que los desconcierta: que la opinión pública lo siga percibiendo como “anti casta”, y mantenga un apoyo considerable. ¿Cómo conciliar esa percepción popular con decisiones mileístas que el kirchnerismo anacrónico considera anti pueblo? Hay una respuesta posible que la oposición no ve: que Milei sostiene el gesto anti casta política más arquetípico, reducir el gasto público y consolidar el superávit. Terminar con la “adicción” al gasto, según sostuvo en el discurso en cadena.


“No vine acá a buscar atajos, sino a dar vuelta la página de nuestra decadente historia. Mi tarea no es parecer bueno, es hacer el bien, incluso si el costo es que digan que soy cruel”: Milei fue explícito el viernes. Para la política argentina, el gran gesto disruptor de lo conocido es Milei y su relación con el gasto público: su decisión de reducirlo al máximo, aún en año electoral y a pesar de los riesgos históricos que premiaron lo contrario en las urnas.


La cadena nacional plantó la bandera de su ficha electoral ganadora: la conexión causal entre control de la emisión y cantidad de dinero, baja de la inflación y superávit. Pero también expuso la ausencia de otra cadena causal: la que lleva de la macro ordenada al crecimiento económico, la suba del salario y el alza del consumo transversal en la sociedad. Ahí es donde la oposición clava su propio estandarte: la imputación de una desconexión “cruel” entre el ajuste y la gente. Milei apela al corazón de la macro y le contestan con el bolsillo: versión libertaria del desconcierto alfonsinista del ministro de Economía Pugliese ante la frialdad de los mercados en aquel crítico 1989.


Desde 2016, Milei corrió el límite de lo posible en política: fue en base a su pedagogía pública en torno a la lógica detrás de la inflación. Ahora necesita hacer lo mismo pero con la segunda parte de la ecuación. Gobernar es hacer tres cosas: “gobernar es explicar, explicar, explicar”, decía Fernando Henrique Cardoso. En 2024, las encuestas de opinión pública mostraron que los argentinos estaban dispuestos a hacer un sacrificio en pos de una esperanza futura de retorno con beneficios. La preocupación estuvo centrada en la duración de esa paciencia social: la mayoría de las encuestas señalaban fines de 2024 como deadline. Hacia 2026, la pregunta es cómo extender ese plazo: Milei tiene el desafío político de encontrar una mejor explicación para la gente sobre los beneficios a obtener y el momento de percibirlos.


El fin de semana, CAME, la cámara que representa a la mediana empresa, divulgó datos de consumo que inquietan. En julio, año contra año, “las ventas minoristas pymes” cayeron un 2 por ciento a precios constantes. Para el Gobierno, y en año electoral, la señal más alarmante es la caída en esta coyuntura: respecto de junio, las ventas minoristas bajaron un 5,7 por ciento. Según CAME, el parate del consumo en julio estuvo influido por “el endeudamiento de los hogares, el uso restringido del crédito y el aumento de los costos operativos”.


Sobre ese telón de fondo, una macro ordenada que por ahora impacta negativamente en el consumo, la oposición construye su alternativa, o al menos su posicionamiento crítico. El viernes, Milei se esforzó por conectar “el orden fiscal y monetario” con el “crecimiento económico genuino” y éste, con una mejora de “los ingresos de todos, de los privados, de los trabajadores del sector público, de los jubilados y las asignaciones sociales”. Sentó las bases para la segunda parte de la cadena causal: macro ordenada, superávit fiscal, derechos de propiedad, “ahorro que financia la inversión para el crecimiento”. Ahí está, incipiente, su nueva promesa electoral, el nuevo pacto con el que busca renovar la esperanza: “un proceso que poco a poco y sector por sector, está rindiendo frutos y que pronto trasladará sus beneficios a toda la economía”, prometió el viernes. Una promesa grande pero carente de una lógica clara.


En 2025, esa ausencia argumental, o presencia incipiente, de la conexión entre macro y crecimiento para todos y la falta de efectividad para hacer política clásica es la desventaja competitiva que exhibe el mileísmo. Está claro que un triunfo electoral rotundo tampoco le asegura la mayoría que necesitaría para convertir el Congreso en una escribanía: una utopía kirchnerista con la que sueñan los libertarios. Pero otra cosa también está clara: que si las urnas confirman su confianza en Milei, esa fortaleza le jugará a favor también en el Congreso. De ahí que Karina Milei esté dispuesta a sacrificar ministros clave como Luis Caputo o Federico Sturzenegger en las bancas del Congreso: todo para garantizar el tsunami electoral. La misma estrategia que llevó con Manuel Adorni en CABA.


Macri también necesita un triunfo rotundo de Milei, sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires. Esa victoria es lo único que puede demostrar que el voto Pro no se fugó hacia otros rumbos luego de la alianza con los libertarios. Es decir, que triunfe Milei para demostrar que todavía entiende al votante Pro. La oposición interna de María Eugenia Vidal, y otros dirigentes centrales de Pro, plantean esa posibilidad: que la alianza LLA Pro deje huérfanos a votantes porteños que los castiguen votando a otras opciones. En octubre, el caudal libertario deberá crecer hasta tal punto que quede claro el aporte de Pro en esas urnas.


Macri también fue derrotado por la política. Su plan de gobernar el cuadrante de centro derecha que quedó conformado con el triunfo de Milei en las Paso 2023, no funcionó. Hay que volver a la postal que dejó aquella PASO, con Patricia Bullrich triunfante sobre Horacio Rodríguez Larreta, Cambiemos segundo y Milei victorioso sobre todo el arco político y Macri copándole el escenario a Patricia Bullrich en el búnker de Pro en Parque Norte, inaugurando su intención política de ampliarse hasta contener a Milei. Para Macri, era el modo de reconocimiento que esperaba: el “yo te lo dije” después de la derrota en las PASO, para poner sobre la mesa que acertaba cuando planteaba que había que sumar a Milei y no a Schiaretti en esa interna.


Desde entonces, su acercamiento a Milei apuntó a institucionalizar esa política de cuadrante, con Milei y él mismo como líderes de cada borde. “Ahora que tenemos el mandato”, insistió todo 2024 en su círculo íntimo: para Macri, el mandato de Milei era también un poco suyo. Pero la dupla gobernante, Milei y Karina Milei, no le dio cabida. Recién ante la necesidad electoral de este año, se acortó la distancia: quedó claro que la necesidad libertaria gobierna esa brecha, y no la ambición macrista.


Macri quedó atrapado en la justificación de ese alineamiento: compartir con el mileísmo un proyecto de país. Ese argumento presenta dos problemas. Por un lado, reduce el ideario macrista a un mapa económico que coincidiría en todos sus bordes con el mapa macroeconómico mileísta. Es un problema porque hoy ese mapa presenta puntos críticos: salario estancado, parate económico y consumo que no despega. En lugar de ofrecer un ideario con respuestas a esas demandas, el macrismo se pliega completamente a la argumentación oficialista. Tampoco le da lugar al ideario republicano clásico de la derecha Pro de institucionalidad, respeto en la lógica del intercambio ciudadano, la atención a necesidades sociales como el tema discapacidad y un rol para el Estado cuando sea necesario. Se lo señaló Vidal el fin de semana, en una entrevista en Radio Mitre. “​​Un Estado donde la obra pública no sea sinónimo de corrupción, porque hay obras que salvan vidas”.


Por otro lado, mientras Macri plantea un coincidencia con Milei en cuanto al proyecto de país, ofrece un flanco de extrema debilidad para un líder político que quiere seguir teniendo peso: su acompañamiento acrítico a Milei deja expuesta la ausencia de un proyecto de poder por parte de Macri. Lo tuvo después de la PASO. Lo puso en riesgo ante Milei desde la llegada al poder del libertario. En octubre, se pone a prueba su visión política.


Por Luciana Vázquez