Milei en el laberinto de las mil y una elecciones
El gigantesco árbol bonaerense tapa el bosque del país e impide ver el desafío electoral que tiene enfrente Javier Milei.
Es fácil de comprender. El Presidente debe enfrentar primero el reto de la elección en la provincia que plantó en el camino el gobernador Axel Kicillof. Buenos Aires tiene casi cinco veces más habitantes que Córdoba, la segunda provincia más poblada del país. Dimensiones y urgencias ocultan amenazas y oportunidades que los libertarios no deberían ignorar en su debut como partido nacional en el poder.
La elección bonaerense del 7 de septiembre y la pelea de fondo de las elecciones parlamentarias del 26 de octubre tienen una extraña coincidencia: no habrá un único resultado sino tantos como distritos. Ocho secciones electorales en Buenos Aires y 23 provincias y la ciudad de Buenos Aires en los comicios de medio término.
A primera vista, en septiembre el examen más comprometido lo atravesarán Kicillof y los intendentes de cada partido. Pero la apuesta a derrotar en una elección polarizada al kirchnerismo que está haciendo Milei incluye el riesgo de un desenlace adverso que podría complicar la obtención del objetivo más importante: lograr la mayor cantidad posible de diputados y senadores el último domingo de octubre.
Milei podrá poner por delante haber bajado la inflación en todas partes, pero los ataques que recibirá para pelearle los votos tendrán discursos diversos
La diversidad de resultados en la provincia de Buenos Aires brinda lecturas posibles como para habilitar cierta conformidad previa a los dos grandes rivales, libertarios y súbditos del PRO frente a las fracciones reunificadas del kirchnerismo. Los terceros en discordia, una ambulancia gestionada por el cordobés Juan Schiaretti, que recogió vestigios del desaparecido centro político, podrían conformarse con un número cercano a las dos cifras.
La zona urbana de la provincia que rodea a la ciudad de Buenos Aires –la madre que perdió–, esconde un mensaje al kirchnerismo. ¿Sigue reinando en las barriadas empobrecidas de la tercera sección electoral? Sería una noticia de primera magnitud que Milei derrotara allí a Kicillof y Cristina Kirchner. Al revés, será importante ver si en esos partidos del Gran Buenos Aires el kirchnerismo sigue obteniendo ventajas significativas. En la primera sección, que igualó y superó en votantes a la tercera, los libertarios tienen más posibilidades de ganar.
Tierra adentro, en la provincia del interior que combina ciudades autosuficientes con la ruralidad pampeana, el kirchnerismo tiene todo para perder y los libertarios todo para reemplazar a radicales y macristas. Ahí se pondrá a prueba el armado electoral de los libertarios, en el que quedaron afuera intendentes que se reunieron en torno a una tercera variante que remeda al extinto Juntos por el Cambio.
Los acuerdos de hoy son por el momento y las divisiones y peleas internas que desmiembran el viejo sistema político seguirán ahí luego del resultado de octubre
No sería nada extraño que en la elección bonaerense haya festejos repartidos que oculten debilidades y destaquen logros. La moneda está en el aire y nadie sabe por ahora si la nacionalización de la elección le permitirá a Milei hacer valer el logro de bajar la inflación. Tampoco, si el desdoblamiento le servirá a Kicillof para poner en un segundo plano la demanda insatisfecha por la inseguridad.
Esa pelea de dos más un tercero que intenta sumar definirá la campaña para la elección local en la provincia de Buenos Aires. Es una simplificación engañosa que no podrá ser usada por los libertarios en las elecciones de octubre para cada una de las peleas en cada provincia. Milei podrá poner por delante haber bajado la inflación en todas partes, pero los ataques que recibirá para pelearle los votos tendrán discursos diversos.
¿Se viene una acusación genérica para pintar de kirchneristas a todo lo que no haya optado por subordinarse en una lista libertaria? Es muy posible que los mileístas apelen a meter a todos en la misma bolsa de la casta como recurso para la guerra dialéctica, quizá la más violenta en años, si se consideran los habituales abusos del lenguaje del Presidente.
En cualquier caso, los kirchneristas no estarán en el otro rincón del ring en todas las provincias. Es un signo de la licuación del poder de Cristina que ya no la reconozcan como líder única del peronismo. Ese matiz estará presente hasta cierto punto en la provincia de Buenos Aires, donde la expresidenta comparte espacio con Kicillof y aceptó poner a Sergio Massa, que tampoco es propio, como primer candidato a diputado nacional. Una astilla adicional, el papista Juan Grabois ya comunicó que armará una lista propia.
El kirchnerismo competirá con posibilidades muy distintas en cada caso para ganarle a los libertarios en provincias como Tierra del Fuego, Mendoza y Chaco (donde los gobernadores radicales arreglaron con Milei), Entre Ríos (el gobernador del PRO Rogelio Frigerio se aliaría a los libertarios) La Rioja, Formosa y no mucho más. Peronismos como el catamarqueño, el tucumano o el salteño irán por cuenta propia, aunque los gobernadores Jalil y Jaldo metieron adentro de su oferta a los kirchneristas, advertidos de que nos les sobrarán votos para enfrentar a su amigo Milei.
En Santa Fe y Córdoba, el Presidente extendió su ensayo convergente de una parte de los radicales con el peronismo no kirchnerista, que el miércoles se amplió a otras tres provincias cuyos gobernadores decidieron unirse bajo un mismo paraguas contra Milei. El santacruceño Claudio Vidal, el chubutense Ignacio Torres y el jujeño Carlos Sadir junto al cordobés Martín Llaryora y el santafesino Maximiliano Pullaro son el resultado de un armado que tiene por protagonista a Juan Schiaretti. Otros distritos pueden entrar en ese armado que insinúa la reconstrucción de un centro político, hoy convertido en un desierto del que huyeron hacia los extremos la mayoría de los dirigentes.
La idea de que los argentinos se cansarán de la violencia verbal de Javier Milei y a la vez no regresarán al kirchnerismo sintetiza ese intento.
Milei irá contra todos con la expectativa de sumar más que ninguno con el simple recurso de que quien resulte segundo, tal vez el peronismo kirchnerista, quede muy lejos de la recolección de votos en favor del oficialismo.
La campaña todavía no empieza, ni termina de saberse quiénes serán los principales candidatos. Todo es provisorio y pasajero. Los acuerdos de hoy son provisorios, y las divisiones y peleas internas que desarman el viejo sistema político seguirán ahí luego del resultado de octubre. De todas esas divisiones y reagrupamientos alguna vez aparecerá la verdadera pelea por el poder, dentro de dos años. El viaje a lo inesperado no termina.
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