Panorama Político Nacional
El escenario
¡A ver! ¿El Gobierno de Milei es "tan bueno" como el de Menem?
El prescindente Javier Milei y el difunto mandatario Carlos Saúl Menem. (Dibujo: NOVA)En apenas 2 décadas se repite una pregunta que los mercados, los analistas y la opinión pública vuelven a hacerse: ¿Hay paralelismos reales entre el despegue económico que prometió Carlos Saúl Menem en los años '90 y el reordenamiento que impulsa Javier Milei desde 2023?
Más allá del titular y del ruido político, la comparación exige mirar resultados, contexto y sostenibilidad.
Un arranque parecido, pero en escenarios distintos
Ambos gobiernos inauguraron mandatos con medidas contundentes para frenar crisis: Menem puso en marcha la Convertibilidad y detuvo la hiperinflación; Milei aplicó un paquete de ajuste fiscal, desregulación y orden monetario tras años de inflación galopante.
En los 2 casos, las reacciones de corto plazo (baja de inflación reportada en meses, recuperación del crecimiento y mejora en expectativas) fueron recibidas con alivio por los mercados y por sectores económicos claves.
Sin embargo, el contexto es distinto. Menem operó en un mundo con menor rápida movilidad de capitales que hoy; su anclaje cambiario ofreció estabilidad pero también generó rigideces que, con el tiempo, terminaron exponiendo vulnerabilidades.
Milei llega a su reordenamiento apoyado por financiamiento externo y por acuerdos que facilitan maniobras rápidas, pero esa dependencia aumenta su margen de riesgo político y económico si cambian las condiciones internacionales.
Modernización y ajuste: ganancias productivas, costos sociales
La receta menemista incluyó privatizaciones y apertura comercial que modernizaron sectores y atrajeron inversiones en los '90; la gestión de Milei, por su parte, impulsó una reducción considerable del tamaño del Estado, la eliminación de regulaciones y recortes en organismos estatales con el objetivo declarado de aumentar eficiencia y confianza.
Los logros son tangibles: inversiones recuperadas, crecimiento del PIB en algunos trimestres y fortalecimiento de ciertas variables fiscales.
No obstante, ambas estrategias tuvieron (o tienen) un costo social evidente. Las políticas de ajuste y las privatizaciones de los noventa remodelaron el mercado laboral y la estructura del Estado; en el presente, los recortes y la reconfiguración de programas públicos generan tensiones con jubilados, trabajadores de la salud, la educación y sindicatos.
Aquí se juega una parte esencial del juicio sobre “qué tan bueno” es un gobierno: si los beneficios macroeconómicos se traducen o no en mejora sostenida del bienestar de la mayoría.
Institucionalidad y sostenibilidad
Otra diferencia crucial es la relación con las instituciones. El experimento de los años '90 terminó anclado a un esquema que fue perdiendo adaptabilidad; la crisis posterior a 2001 expuso la fragilidad de aquel modelo.
En la actualidad, los analistas subrayan riesgos asociados a decisiones rápidas, tensiones con poderes intermedios y posibles impactos en la calidad democrática que, a la larga, pueden condicionar cualquier éxito económico.
La sostenibilidad también pasa por la capacidad de sostener confianza sin depender de combustibles externos incosteables: endeudamiento, acuerdos internacionales y flujos de capital que, si se retiran, pueden obligar a ajustes más profundos.
¿Son comparables?
Los resultados macroeconómicos de arranque permiten trazar paralelismos: ambos gobiernos mostraron, en etapas iniciales, reducción de problemas urgentes y señales de recuperación.
Pero decir que “Milei es tan bueno como Menem” exige un horizonte temporal más amplio y un criterio claro sobre qué se valora: ¿La eficacia para controlar un problema inmediato o la capacidad de construir un crecimiento estable, inclusivo y con instituciones sólidas?
Por ahora, la respuesta pública y técnica tiende a dividirse: los primeros meses del gobierno de Milei presentan logros comparables a los primeros años de Menem en materia de estabilización, pero también llegaron acompañados de costos sociales y riesgos de sostenibilidad que deberán resolverse en los próximos años para que el balance final sea equivalente (o mejor) al que muchos adjudican a la Presidencia de Carlos.
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