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La gobernabilidad libertaria y la apuesta a los soldados de Milei
El armado mileísta pretende garantizar disciplina partidaria acrítica en el Congreso; con Patricia Bullrich busca contar con una espada clave en el Congreso cuando saben que Victoria Villarruel no aporta en ese sentido
PARA LA NACION
Luciana Vázquez
Alfredo Sábat
Sin la macro ordenada no se puede; con la macro ordenada no alcanza. Lo que falta, ¿quién lo representa? ¿Quién interpreta mejor lo que el ordenamiento macroeconómico por ahora deja afuera? Esa constatación y ese interrogante ordenarán la elección de septiembre en PBA y sobre todo, la elección nacional de octubre. Es decir, ¿qué oferta política representa más acabadamente una demanda insatisfecha que este año empezó a consolidarse? Por el momento, el Gobierno, a pesar de todo, tiene mejores chances que cualquier oposición: ése es un triunfo político de Milei y sus libertarios.
Aunque no ofrezca mucho para responder a las nuevas demandas ciudadanas, los otros ofrecen menos todavía: fragmentación e inconsistencia. El cierre de listas para las elecciones de octubre del fin de semana y antes, el cierre de alianzas, dejó en claro que Milei cuenta al menos con una ventaja competitiva: la de haber desregulado a todo el arco opositor hasta dejarlo lejos del triunfo electoral.
Por supuesto no hay nada dicho todavía. Y desde 2023, la capacidad predictiva de la historia política quedó desmantelada. La hipótesis más fuerte es que Milei sigue interpretando mejor un cambio de época en la relación entre política y gente. Con voluntad de poder, proyecto político y lapicera, por ahora le alcanza: Milei dejó vacante la capacidad de la oposición para convertirse en alternativa electoral. Al menos por el momento. Mientras las otras coaliciones y partidos se deshilachan, La Libertad Avanza puso todo para tener armado partidario y la cara de Milei en cada distrito: ésa también es una lección de 2023. Sin partido no hay paraíso.
¿La gente va a penalizar al Gobierno en estas elecciones o lo va ver como el underdog, el desvalido al que hay que cuidar para mantener baja la inflación? ¿La percepción de obstáculos en el camino anti inflación puede incentivar la participación electoral y el voto pro Milei?
Una victoria y sus riesgos
Milei fue capaz de educar al soberano en la lógica causal entre déficit fiscal e inflación. El éxito máximo de esa pedagogía llegó con la decisión del votante de votar en contra de sí mismo en el corto plazo privilegiando el mediano y largo, el fin de la inflación y el ordenamiento macro. Los beneficios llegaron antes de lo pensado. Pero también los problemas pendientes. ¿El shock extremo de Milei es sostenible o los efectos positivos de ese shock empiezan a quedar cortos para el votante? Eso es lo que se va a ver en la elección de octubre.
Milei avanza hacia las elecciones con dos victorias en su haber. La que cosecha más reconocimiento transversal es la baja sostenida de la inflación. Pero hay otra que también aumenta sus probabilidades electorales, aún cuando crecen las críticas a la marcha de la economía: debilitar e incluso desmembrar, en casos clave, a todo el espectro opositor. Sobre todo, Milei sumó poder a su partido cuando contribuyó a la implosión de Juntos por el Cambio y sus fuerzas, la coalición que lo ayudó a llegar al poder. El lugar periférico de Pro en la lista libertaria porteña y bonaerense es la evidencia de ese desconcierto.
Pero ahí también está su riesgo: que la demanda electoral de centro derecha se fragmente al ritmo de la fragmentación de la oferta electoral de ese cuadrante. El Gobierno insiste con acaparar la representación antikirchnerista: el argumento es que todo voto “Corea centrista” perjudica a ese objetivo. Es una falacia: una elección legislativa no es excluyente como lo es una elección ejecutiva, donde gana uno y pierde el otro, que queda afuera. En una legislativa, el triunfo se socializa: con la suficiente cantidad de votos, cada fragmento tiene su triunfo relativo. Eventualmente, toda la oferta electoral de centro derecha que ponga diputados o senadores aporta a esa causa anti kirchnerista que propone el Gobierno.
No es lo que el mileÍsmo quiere. Para el Gobierno, el desafío de octubre es ganar la elección, y por mucho, es decir ganar casi como si se tratara de una elección presidencial y monopolizar al antikirchnerismo. El desafío post octubre: que los votos en las urnas se confirmen con votos en el Congreso, aunque todavía no le alcancen para obtener mayorías.
De Bullrich a Reichardt
De nada a todo: el camino hacia las elecciones de octubre muestra de movida un primer triunfo de Javier y Karina Milei. La rosca política que desdeñan en el Congreso este año les acaba de dar resultado para la nacionalización de su propuesta en base a una rosca llevada al extremo: la negociación política hasta límites bizarros. La táctica mileísta para cerrar listas integró ambos objetivos: una oferta organizada en torno a “soldados de Milei”, algunos previsibles y otros, no.
Bullrich es un caso testigo de los candidatos esperados: una dirigente incondicional al poder al que responde y con capacidad de convocatoria electoral. Karen Reichardt o Virginia Gallardo, por su lado, son el arquetipo del “soldado desconocido” para la política pero no para los medios y el televidente-votante: son soldadas de Milei que nacen a la militancia política de su mano y en semejantes cargo, en los primeros puestos de listas libertarias para diputados nacionales. No tienen una orilla de pertenencia política a dónde saltar, para irse o volver, con la garrocha.
Con esos dos tipos de soldado, el armado mileísta pretende garantizar disciplina partidaria acrítica en el Congreso. Con Bullrich, además, contar con una espada clave en el Congreso cuando saben que Victoria Villarruel no estuvo dispuesta a aportar en ese sentido a la estrategia libertaria.
Quieren evitar lo que La Libertad Avanza vivió en la Provincia de Buenos Aires desde 2023: de los dieciocho legisladores bonaerenses, trece diputados y cinco senadores, que entraron alineados con Milei, la mitad viene votando con bastante consistencia a favor de proyectos de Kicillof. Y no se demoraron mucho en ese garrochismo: desde diciembre de ese año que cerca de nueve diputados libertarios empezaron a desoír la disciplina libertaria. Lo que se une tan forzadamente se desune con la velocidad de un rayo.
Por eso también los límites impuestos al aporte de Pro en la alianza libertaria: lo suman al armado electoral pero de forma acotada y siempre que se trate de figuras pragmáticas, acostumbradas a bajar banderas si la negociación política lo exige, u obedientes a La Libertad Avanza o al menos, disciplinables. El objetivo de esa alianza no fue compartir el poder sino mantener controlado a Pro: evitar que se cortara solo e infligiera una división peligrosa para el Gobierno al voto de derecha.
Demanda insatisfecha
Con la gobernabilidad en base a soldados parlamentarios, Milei quiere minimizar el riesgo de que le pase lo que le pasa ahora con el tema fentanilo: ver diputados de Pro que se mueven con autonomía respecto de los lineamientos del Gobierno. Entre las demandas insatisfechas, hay guantes que el Gobierno se resiste a recoger. En política, todo vacío de poder o de representación, tiende a llenarse: en el caso dramático del fentanilo, Pro empieza a ocupar ese espacio.
En el caso del fentanilo, el 31 por ciento de los argentinos le atribuye más responsabilidad al ministerio de Salud nacional, y otro 29 por ciento, a todos los actores, a las autoridades nacionales y a la ANMAT pero también a laboratorios que lo fabricaron y a los hospitales que lo aplicaron. “El accionar” del ministerio de Salud en esta crisis es evaluada como “mal” o “muy mal” por el 64 por ciento. Así surge de una encuesta nacional de Poliarquía realizada entre el 13 y 15 de agosto.
La diputada Silvana Giudice de Pro viene asumiendo la representación de esa preocupación social a pesar de su acompañamiento a Bullrich y al proyecto libertario. Quieren conformar una comisión investigadora. Buscan alinear voluntades con diputados de la oposición, incluso, con Unión por la Patria. A los ojos mileístas, un sacrilegio. El Gobierno, en cambio, busca disipar la responsabilidad del ministerio de Salud de Mario Lugones mientras kirchneriza el debate: el caso del fentanilo como otro capítulo electoral de “Kirchnerismo Nunca Más”.
Si no es la política, es la Justicia la que asume la representación de demandas que suenan fuerte pero el Gobierno esquiva. Ayer la justicia federal de Campana declaró inconstitucional el veto a la ley de Emergencia Nacional de Discapacidad, surgida de una de las derrotas legislativas más resonantes del Gobierno. En la campaña electoral también juegan los otros y la realidad: habrá que ver la capacidad del Gobierno para manejar el tablero de la percepción pública.
La ilusión óptica de la hegemonía
Por eso crece la incertidumbre en el camino hacia octubre. Milei viene gobernando con dos datos sobre la mesa: el peso del legado kirchnerista y el problema de su condición de minoría parlamentaria extrema. En relación a la pesada herencia kirchnerista, el oficialismo tiene como estrategia destacarla hasta usarla como lema de campaña en este 2025: eso de “Kirchnerismo Nunca Más”. Pero respecto del otro dato, el escaso margen de maniobra política con el que llegó al poder, prefiere sepultarlo. Milei gobierna basado en la ilusión óptica del balotaje, como si tuviera una hegemonía cuando en realidad ganó con votos prestados. En octubre, Milei tendrá que mostrar que puede ganar solo o con alianzas en las que doblegó a sus aliados.
Del lado del peronismo y del kirchnerismo, la resistencia a Milei es la pieza clave. Así sobrevive en el principal distrito electoral del país. La cuestión es la medida de esa sobrevivencia: ¿octubre será la demostración de su capacidad de triunfo o de un proceso de extinción que se agudiza?
Por ahora, el perokirchnerismo va unido pero no ofrece mucho a sus votantes: el kirchnerismo en modo supervivencia sólo tiene a mano la Victorinox del “Freno a Milei”. El perokirchnerismo bonaerense está atento a lo que Milei no ofrece pero sigue sin ver lo que Milei tiene y buena parte de la ciudadanía le reconoce. En esa ceguera se juega el futuro del kirchnerismo, y del peronismo.
¿Qué tienen los argentinos en la cabeza hoy? ¿Cuántos beneficiarán al Gobierno con sus votos? ¿Cuántos dispersarán su insatisfacción en la oferta de centro derecha? ¿Cuántos se mantendrán resignados pero leales al perokirchnerismo? La boleta única de papel por un lado y por el otro, la suspensión de las PASO en este año suman incertidumbre: nunca se votó con boleta única en una elección nacional y hace años que la ciudadanía se hacía oír en las Paso para definir candidaturas. Esos dos factores hacen todavía más difícil predecir las respuestas a esas preguntas.
Por Luciana Vázquez
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