Panorama Político Nacional
El escenario
¡Mirá cómo La Libertad Avanza, con Karina Milei y Santiago Caputo a la cabeza, se comió al sello del PRO!
En cuestión de semanas, lo que comenzó como una negociación táctica para armar listas se convirtió en una operación de absorción política: La Libertad Avanza (LLA), bajo la dirección política de Karina Milei y con el asesoramiento operativo de Santiago Caputo, logró integrar al PRO en sus mesas de campaña y dejar al histórico sello amarillo en una posición subordinada dentro del armado bonaerense y nacional.
Esa transición (entre fotos públicas, acuerdos en off y reacomodos internos) reconfigura el mapa electoral y la identidad del macrismo en esta etapa del calendario electoral.
El gesto más gráfico de ese proceso fue una foto y reuniones que mostraron a dirigentes de PRO (como Cristian Ritondo y Diego Santilli) compartiendo escenario y estrategias con referentes de LLA, un signo público de que el espacio amarillo cedía espacio al esquema diseñado por los libertarios.
Para muchos analistas, la imagen fue la confirmación de una integración más profunda que una simple alianza electoral.
Detrás de la escena pública, Karina Milei fue la articuladora clave. Como secretaria general de la Presidencia y referente del partido, asumió la conducción del armado bonaerense y presidió reuniones de campaña en las que se definieron candidaturas y estrategias, marcando la pauta y dejando a PRO en un rol de interlocutor más que de socio con peso decisorio propio.
Ese liderazgo desató roces internos entre los equipos técnicos y dejó a varias figuras tradicionales del libertarismo tactical (cercanas a Caputo) fuera de las decisiones centrales.
Santiago Caputo, por su parte, no desapareció: su afiliación formal a LLA y su perfil de estratega lo mantienen en el núcleo del gobierno y del armado. Sin embargo, la pulseada por el control del sello y las listas lo ubicó en una posición ambivalente: sigue siendo operador influyente, pero con menos poder para imponer candidatos propios frente a la centralización que impuso Karina y su equipo.
Esa tensión entre centralismo y operador técnico explica buena parte de la recomposición del poder dentro del oficialismo. ([infobae][5])
Para PRO la pérdida de protagonismo (o su metamorfosis en una “marca” aliada bajo reglas diseñadas por LLA) tiene efectos prácticos y simbólicos. En lo práctico, sus cuadros y estructuras aportan votos y territorialidad; en lo simbólico, su identidad liberal-conservadora se diluye cuando las decisiones y el relato de campaña quedan subordinados a la hoja de ruta libertaria.
Varios referentes macristas aceptaron el acuerdo por conveniencia electoral, pero la pregunta abierta es cuánto le queda al sello amarillo antes de que sus candidatos y banderas terminen fusionados con la narrativa del Gobierno.
¿Qué cambió en la campaña y en el tablero político? LLA ganó músculo territorial y legitimidad operativa al sumar la estructura del PRO; PRO, a cambio, ganó presencia en listas competitivas pero perdió capacidad de veto y autonomía.
El resultado es un oficialismo más compacto para enfrentar las legislativas, pero también un macrismo en proceso de reprofileo que deberá decidir si recupera su marca o acepta un rol subordinado en un frente dominado por los Milei.
En definitiva, la “comida” del sello PRO por parte de LLA no fue un devoramiento instantáneo sino un proceso: negociaciones, gestos públicos, acuerdos tácticos y una centralización del poder alrededor de Karina Milei (con Caputo operando desde la mesa pero perdiendo capacidad de definir los contornos finales) llevaron a un reordenamiento que promete marcar la campaña de 2025 y la identidad futura del espacio opositor al peronismo.
Las próximas semanas mostrarán si ese reordenamiento se traduce en votos o si, por el contrario, deja a PRO con una marca que deberá reinventarse.
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