sábado, 23 de agosto de 2025

¿Cuántas vidas se cargará la era Milei?

 










Editorial

Descontrol, ajuste y desidia

¿Cuántas vidas se cargará la era Milei?





Javier Milei les da la espalda a las muertes producidas por fentanilo contaminado, mientras se entretiene mirando comedias en la Casa Rosada. (Dibujo: Fernando Rocchia para AGENCIA NOVA)


Tragedias masivas como el atentado a la AMIA, el choque del tren de Once e incluso las derivadas de la impericia reinante durante la pandemia del Covid-19, han salpicado a la dirigencia de turno. Decenas de personas perdieron la vida como consecuencia de la corrupción y la desidia política. En algún momento iba a ser el turno de La Libertad Avanza.


El caso del fentanilo contaminado sigue elevando los números de la fatalidad causada por la inoperancia de quienes nos gobiernan. Aunque el prescindente Javier Milei intente desparramar responsabilidades por todos los costados, excepto en su propio equipo de “leones” inservibles y prepotentes, los muertos producto de esta nueva falta de control totalizan 96. Y cuántos más habrá, cuyos decesos seguramente fueron certificados bajo denominaciones clínicas confusas o engañosas.


A medida que siguen saliendo a la luz detalles de esta horrorosa causa, Milei no solo se mantiene fiel a su estilo “cero empatía”, sino que además, aspira a desvincularse de la libre circulación del fármaco contaminado con dos bacterias letales durante su mandato.


No obstante, la documentación acredita que durante los últimos meses, el ANMAT -organismo que también fue objeto del ajuste brutal de la motosierra- estaba al tanto de las sucesivas y alarmantes irregularidades de HLB Pharma. De hecho, comprobó la contaminación mediante un testeo realizado en mayo pasado. A pesar de las advertencias emitidas formalmente, el laboratorio siguió funcionando. La clausura que hubiera impedido los fallecimientos jamás se llevó a cabo. El dato irrefutable es que todo esto ocurrió durante la actual administración libertaria.


En este escenario, es inevitable preguntarse: ¿qué hay detrás de esta “no clausura” que cercenó las vidas de decenas de argentinos? ¿Por qué, si hay tantas pruebas de que la empresa carecía de las condiciones mínimas de ventilación e higiene para garantizar la calidad de una producción tan delicada, siguió comercializando sus productos mortales? ¿Cómo ningún funcionario frenó esta masacre? ¿Un caso más de corrupción atroz, o simplemente indiferencia letal?


La insólita reacción del ministro de Salud, Mario Lugones, fue victimizarse a través de una indignante declaración pública, con llanto incluido: “Me pongo muy mal cuando hablo de esto. Soy médico, esto es un atentado a la gente. No tienen derecho a hacer lo que hicieron”, declaró en una entrevista, como si no ocupara un rol clave en la salvaguarda de la salud de la población.


Por su parte, Ariel García Furfaro, dueño del laboratorio apuntado por el ministro y responsable de origen en la cadena de actos de negligencia, eligió poner el foco en las patologías previas de los pacientes, alegando que los decesos se produjeron como consecuencia de las mismas. Por supuesto que eran personas enfermas; de otro modo, no hubieran sido inyectadas con fentanilo. Un medicamento que debía cumplimentar su función: calmar dolencias y contribuir a prolongar vidas.


El líder libertario, cuya imagen está cada vez más complicada producto de la implementación de un modelo desquiciado que no funciona, y que hace rato viene filtrando agua por todos los rincones de una Casa Rosada llena de grietas, optó por disparar nuevamente contra el kichnerismo; un espacio manchado por niveles de corrupción sin precedentes, santo de la devoción de una mínima porción del electorado, sin duda.


Sin embargo, cuando corresponde, es necesario poner blanco sobre negro: las muertes ocurrieron en 2025, tanto en la provincia de Buenos Aires como en otros puntos del país, en hospitales públicos y clínicas privadas. Por ende, el alcance de esta tragedia es territorialmente nacional, y temporalmente libertario.


A “Jamoncito” eso no le interesa. Así quedó demostrado el último viernes, cuando en plena carrera electoral salpicada por estas muertes, citó a los miembros de su Gabinete en Casa Rosada para ultimar lineamientos en la previa al cierre de listas del domingo 17.


Como frutilla del postre, obligó a todo su gabinete a perder dos horas del valioso tiempo que le paga el pueblo para que gobierne, en sentarse a mirar en grupo la última película protagonizada por Guillermo Francella. Mientras los libertarios se descostillaban de risa con el relato de este lanzamiento del cine nacional -cuyos fondos se cansó de vaciar-, los familiares de las víctimas lanzaban flores a las tumbas de sus muertos.


Las excusas falaces del oficialismo denotan una realidad: la política está atravesada por la campaña rumbo a los comicios legislativos del 26 de octubre, y los hermanos Milei no admiten obstáculos que los desvíe de la hoja de ruta trazada a los fines de perpetuarse en el poder. No cederán ni un centímetro, ni en este caso, ni en el afán de seguir frenando el aumento a los jubilados, que siguen muriendo por no poder acceder a una dieta digna o a sus medicaciones impagables con sus haberes de miseria.


La maquinaria libertaria se sigue llevando puesto el futuro de cientos de argentinos que ya se encuentran bajo tierra a causa del ajuste desenfrenado, la inseguridad brutal y la falta de control del Estado, ese que el economista fallido y la pastelera devenida en “Jefe” tanto aborrecen.

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