domingo, 14 de septiembre de 2025

La mesa del reciclaje: la "nueva" Política Nacional de Milei con los mismos de siempre










Panorama Político Nacional


El escenario


La mesa del reciclaje: la "nueva" Política Nacional de Milei con los mismos de siempre




El prescindente Javier Milei y su Mesa Política Nacional llena de payasos del Gobierno. 

(Dibujo: Fernando Rocchia para AGENCIA NOVA)


La decisión del prescindente Javier Milei de conformar una Mesa Política Nacional tras la derrota en la provincia de Buenos Aires fue presentada por el oficialismo como una señal de reordenamiento y capacidad de reacción.


En los hechos, la futura “solución” luce más como una reedición del poder concentrado: los nombres son los de siempre, los roles no cambian y las dudas sobre su eficacia crecen horas después de la primera cumbre en Casa Rosada.


En la nómina oficial aparecen Karina Milei, Patricia Bullrich, Guillermo Francos, Santiago Caputo, Martín Menem y el vocero Manuel Adorni, además del propio prescindente.


El anuncio fue difundido por la vocería presidencial como una forma de ordenar la estrategia política y “defender el proyecto”. Pero lo que debería leerse como autocritica y apertura aparece, para muchos, como una decisión defensiva que refuerza a quienes ya estaban al mando.


El problema central no es sólo la composición: es el mensaje. En el día siguiente a la derrota en la provincia más poblada del país (un golpe que encendió las alarmas del oficialismo) el Gobierno optó por sostener a su círculo íntimo en lugar de abrirse a voces nuevas o hacer autocrítica sobre políticas económicas y comunicación que explican buena parte del rechazo electoral.


Esa cerrazón alimenta la sensación de que la Mesa servirá más para administrar la defensa mediática y las internas que para corregir rumbo.


Aun cuando el Gobierno asegura que la mesa buscará coordinar con gobernadores y referentes territoriales, la puesta en escena tuvo un marcado sello de unificación desde arriba: Karina Milei fue la encargada de conducir el armado bonaerense y en los encuentros participaron dirigentes del PRO como Cristian Ritondo, Diego Santilli y algunos intendentes aliados.


Esa versión “PROizada” del armado bonaerense refuerza la idea de que lo que se pretende es recomponer alianzas tácticas, no repensar un proyecto.


Tampoco hubo señales de cambios de gabinete ni de desplazamientos de ministros cuestionados por la opinión pública; la reacción fue esencialmente táctica. Es decir: se reorganiza la foto, pero no el contenido.


Esa ausencia de modificaciones estructurales profundiza la desconfianza entre gobernadores y electores que pedían respuestas concretas después del resultado bonaerense.


La Mesa, además, llega en un momento de fuerte volatilidad económica y política: la derrota en Buenos Aires no fue anecdótica y obliga a preguntarse si un núcleo reducidísimo de decisiones puede revertir la percepción pública sobre el manejo del país.


Los indicadores y las reacciones de mercado que siguieron al resultado muestran que la incertidumbre no se cura con mesas de fotos; se mitiga con cambios concretos y políticas que den señales de previsibilidad.


Si la Mesa Política Nacional termina siendo un parche para tapar grietas internas y un mecanismo para administrar la comunicación oficial, el gobierno habrá perdido una oportunidad para demostrar que sabe escuchar y corregir.


Y si la estrategia consiste en mantener a los mismos dirigentes, con la misma lógica de arriba hacia abajo, la pregunta será inevitable: ¿Quién va a convencer a los votantes que ayer rechazaron ese proyecto de que hoy cambió de verdad?


La mesa existe y se reúne, pero por ahora es más un gesto defensivo que una señal de renovación.


Los resultados dirán si fue apenas maquillaje o el primer paso de una transformación real; hasta entonces, la sensación predominante es que la Casa Rosada recicló a los de siempre.

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