Editorial
¿Cómo lavar la imagen en tiempo récord?
La coimera y su mascota
Karina Milei sigue digitando los resortes del poder, y su hermano Javier, en el rol de perrito fiel
(Dibujo: Fernando Rocchia para AGENCIA NOVA)
Del “hemos cometido errores” al “acá no ha pasado nada”. Entre esos dos títulos fluctúa el difuso discurso del Gobierno nacional, tras la aplastante derrota bonaerense en las urnas. Un golpazo que no le alcanzó a Javier Milei para levantar el teléfono y felicitar al gobernador, Axel Kicillof, como señal de respeto y gobernabilidad. Tampoco, para reformular medidas que calmen el malestar del electorado, que ya no está dispuesto a sacrificarse por una farsa.
En este escenario convulsionado, las certezas son escasas: Karina Milei, en su carácter de “Jefa” libertaria, se mantiene aferrada al timón de un barco cuyo rumbo no van a modificar, frente a la imagen desdibujada de su hermano, el prescindente fake, quien decide seguir rindiéndole pleitesía a pesar de los escándalos de corrupción que manchan su gestión.
Lejos de forzarlos a una autocrítica, la paliza que sufrió La Libertad Avanza en las urnas tuvo algunos chivos expiatorios, por ejemplo, el armador bonaerense, Sebastián Pareja. Pero siguen orinando fuera del tarro.
La lectura que no logran hacer es que el descontento social no se mide en estrategias políticas, sino en realidades palpables: recorte de medicamentos y de alimentos a comedores populares, jubilados con hambre, salarios pisados contra precios que no dejan de aumentar (índice inflacionario dibujado), economía estancada, veto a leyes de alta sensibilidad social (discapacidad, emergencia pediátrica en el Garrahan, fondos universitarios) y escándalos de corrupción con coimas multimillonarias que van a los bolsillos de los Milei. Un combo explosivo que deriva en una alarmante presión social y una extrema tensión política a poco más de un año y medio de asumir en el poder. Despreciar a los más necesitados tiene su precio…y robar también.
Las consecuencias de una motosierra que ajusta, quita recursos y sube impuestos sin brindar nada a cambio a trabajadores y pymes, no iban a tardar en llegar: una clase media cada vez más endeudada, obligada a usar la tarjeta de crédito o a pedir préstamos personales con intereses a tasas impagables, para poder cubrir gastos elementales de la canasta básica.
El discurso de campaña fue que este plan era necesario para terminar con la casta; lo que omitieron es que la casta iba a estar adentro, con figuritas repetidas pintadas de violeta.
Por supuesto que Javier Milei no sale ileso en este circo. El costo político de su plan de Gobierno es demasiado alto, y hoy se encuentra con varios problemas centrales por resolver: falta de conducción y organización en su espacio, falta de códigos de convivencia con sectores clave de la escena política, un modelo económico que no funciona, y falta de legitimidad producto de los hechos de corrupción. Este último punto ya se refleja en las encuestas, que muestran una abrupta caída de su imagen, con un 57 por ciento de desaprobación.
La falsa premisa de que “No hay plata” también se fue cayendo por decantación tras filtrarse la megaestafa $Libra, las coimas en el ANDIS, las exacerbadas sumas que inyectan en la SIDE para espiar y perseguir a quienes no piensan como libertarios violentos, la baja de impuestos a los ricos, la seguidilla de viajes de paseo al exterior para recibir “premios” personales que nada tienen que ver con el progreso de la Argentina. Incluso hubo plata para pagar sobreprecios a la droguería Suizo Argentina.
En la danza de esta interna ardiente, el bailarín que permanece impoluto es el timbero del "Estado trader": Luis “Toto” Caputo, tan criticado en otras épocas y tan idolatrado ahora por el mandatario nacional. Actualmente, el ministro está obsesionado con un objetivo: mantener el dólar planchado hasta las elecciones legislativas de octubre, aunque eso implique seguir quemando las reservas del Tesoro. Después de esa fecha clave, que explote todo. Eso no les va a importar, como tampoco les ha importado hasta ahora el bienestar de los argentinos.
Por lo pronto, esta semana arranca muy cargada, con Javier Milei encabezando la presentación del Presupuesto 2026, inflexiblemente ligado al equilibrio fiscal -cueste lo que cueste-, con la expectativa de que sea aprobado en ambas cámaras.
Al respecto, Kicillof le recordó al “experto en economía” que a veces la realidad supera la ficción, y que el sentido común le gana a la soberbia: “Milei no escuchó las urnas, y redobló la apuesta en sectores sensibles. No hay problema de déficit… no se le iba a mover la aguja por conservar esas medidas sociales teniendo en cuenta lo que millones que gastan en pagar intereses de títulos públicos. ¿Cómo va a decir que tiene problemas de déficit?”.
En este caos socioeconómico y político, surge un gran interrogante: ¿el Gobierno está dispuesto a corregir fallas en los 40 días que quedan hacia el 26 de octubre? ¿Con qué herramientas piensa revertir la tendencia al rechazo en las urnas? Sus acciones anti justicia social ya tuvieron un contundente correlato electoral.
Hasta ahora, LLA ha demostrado una gran inmadurez para manejar los hilos del poder en función del bienestar del pueblo. Aunque, por el contrario, llegaron a la Casa Rosada muy afilados para sacar tajadas millonarias del Estado al que tanto degradan.
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