viernes, 5 de septiembre de 2025

Milei está regresando a la Tierra

 OPINIóN 

Milei está regresando a la Tierra 

El caso de las coimas en Discapacidad bajó al Presidente de su nube de optimismo. La baja en las encuestas y las posibles consecuencias electorales.

James Neilson para Revista Noticias 

Former editor of the Buenos Aires Herald (1979-1986).



Javier Milei Broccoli por Pablo Temes



Hasta hace menos de un mes, los hermanos Milei, Javier y Karina, podían imaginar que, como el Correcaminos de los dibujos animados, no tenían que preocuparse por la fuerza de gravedad que afecta a los mortales comunes. Sin tener que esforzarse, de la noche a la mañana el dúo consiguió subir desde la oscuridad a la cima de la jerarquía política nacional, distanciándose casi mágicamente de los miles de personajes, algunos muy talentosos, que durante años habían soñado con hacer lo mismo sin alcanzar más que una banca parlamentaria.



Y como si lo logrado en su propio país no fuera suficiente como para convencerlos de que el destino los había elegido para cumplir un papel de importancia en la historia del género humano, Javier, un amigo predilecto de Donald Trump y Elon Musk, se convirtió enseguida en un gran referente internacional, uno de los líderes de un movimiento que, según sus partidarios, liberaría al mundo occidental de las garras del socialismo y de la insensatez woke que lo estaban destruyendo.


No extraña pues que, encerrados en una burbuja triunfalista, los Milei y quienes habían optado por acompañarlos en su aventura hayan confiado tanto en la buena estrella del elegido por las fuerzas del cielo para ser el mejor presidente de la historia universal, que les costó reaccionar con rapidez frente al escándalo provocado por la difusión de grabaciones en que el ex funcionario Diego Spagnuolo aludía a la presunta participación de Karina y Eduardo “Lule” Menem en la venta de favores a empresas farmacéuticas que, desde luego, han sido una fuente tradicional de fondos para la política.


Para desconcertar aún más al gobierno, pronto comenzaron a circular otros audios de Karina que fueron grabados en la Casa Rosada; aunque parecería que el contenido era innocuo, el que virtualmente cualquiera pudiera acceder a conversaciones privadas entre funcionarios alarmó tanto a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich que se puso a hablar de la intervención de “personas ligadas a servicios de inteligencia rusos” y chavistas, lo que  significaba que la Argentina estaba en “una situación de indefensión”. Para proteger el país de sus enemigos externos y, es de suponer, internos, el gobierno  logró que un juez de trayectoria accidentada, Alejandro Patricio Maraniello, prohibiera la difusión por los medios periodísticos de los audios, autorizando así la censura previa.


Como no pudo ser de otra manera, los kirchneristas, que saben mucho de corrupción, no vacilaron un instante en sacar provecho de las sospechas generadas por lo que estaba ocurriendo. Si bien no les ha sido dado convencer a nadie de que Cristina sea realmente inocente de los muchos cargos en su contra, tanto ella como sus admiradores insisten en que se limitaba a respetar las generosas normas no escritas que han conservado su vigencia en el país y que permiten a todas las agrupaciones políticas financiar sus actividades con dinero aportado por empresarios habituados a vender bienes y servicios al Estado. Desde su punto de vista, el que los hermanos Milei estén bajo sospecha de pedir coimas sirve para confirmar que lo hecho por Cristina y sus cómplices era normal y que por tal motivo fue terriblemente injusto condenar a la doctora a pasar años de detención domiciliaria y llevar una tobillera electrónica.   


Puesto que Milei se erigió en presidente porque a juicio de amplios sectores del electorado no tenía nada en común con los políticos del montón, verse acusado de comportarse como cualquier veterano de “la casta” que toma la corrupción por algo acaso lamentable pero rutinario ya ha de ser penoso, pero no le sería fácil intentar desvincularse del asunto echando a “fusibles” para apaciguar a los moralistas, como a buen seguro harían otros mandatarios en una situación similar. Desgraciadamente para Milei y para regocijo de sus muchos enemigos, su hermana, con la que tiene una relación simbiótica, encabeza la lista de sospechosos. Sería lógico que le pidiera dejarse reemplazar como secretaria general de la presidencia por alguien mejor calificado, pero quienes lo conocen dicen que hacerlo le sería traumático. Asimismo, aunque parecería que tendrá que hacerlo, también le sería difícil defenestrar a los Menem por tratarse de los aliados principales de Karina en el gobierno libertario.


Sea como fuere, aun cuando casi todos los integrantes de “la casta” sean sujetos tan miserables como suele afirmar Milei, ya se habrá dado cuenta que no podrá prescindir de los servicios de personas que entienden cómo funcionan las cosas en las instituciones públicas del país y que serían capaces de administrarlas con eficacia. Mal que le pese al presidente, gobernar no es tan sencillo como le gustaría creer. Tampoco lo sería reformar la clase política. No podrá hacerlo con medidas contundentes comparable con las que está usando para hacer más racional la economía. No hay ningún equivalente político al déficit cero; por ser la Argentina una democracia en que el electorado tiene la palabra final, a lo mejor puede esperar que, andando el tiempo, los votantes se habitúen a castigar a los corruptos y a aquellos personajes que no reúnen las condiciones mínimas necesarias para que lleguen a ser legisladores o funcionarios estatales dignos.  


En opinión no sólo de Milei sino también de muchos otros, la larguísima y casi fatal decadencia del país se debió a que durante vaya a saber cuántas décadas estuvo en manos de políticos que se enorgullecían del desprecio soberano que sentían por la realidad económica -aquellos números tan inhumanos que molestan a los biempensantes-, y alardeaban de basar sus decisiones en lo que según ellos eran criterios éticos. Para remediar las consecuencias del modelo disfuncional que tales políticos se las habían arreglado para crear, Milei se propuso ir al otro extremo y subordinar lo político a lo económico. Por un rato, el esquema que ensayaría brindaba resultados promisorios, pero aquella fase está acercándose a su fin. Para manejar con solvencia las presiones sociales que están comenzando a hacerse sentir, el gobierno tendría que fortalecer lo que podría llamarse su ala política.


No exageran demasiado los que, con una dosis de malicia, dicen que Milei está actuando como si fuera el ministro de Economía mientras que Karina, que no fue elegida por nadie a menos que uno incluya a su hermano, se desempeña en el rol político que debería corresponder al presidente de la República. El esquema que improvisaron no ocasionó muchos problemas cuando impedir que la economía se hundiera en medio de una tormenta hiperinflacionaria era una prioridad absoluta, pero, con razón o sin ella, muchos están llegando a la conclusión de que la emergencia ha sido superada y que ha llegado la hora de tomar más en serio la necesidad de dar al ambicioso programa económico esbozado por Milei una base de sustentación política que sea mucho más fuerte que la existente.


¿Servirán los resultados de las elecciones que están por celebrarse para justificar el optimismo extravagante que es una de las señas de identidad de Milei? Aunque es factible que ingresen al Congreso muchos legisladores que llevan banderas violetas, lo que sucedió la semana pasada en Corrientes le habrá enseñado al oficialismo que no le convendría seguir negándose a aliarse con grupos partidarios afines que, entre otras cosas, estarían en condiciones de suministrarle los funcionarios experimentados que tanto necesita.



De haber llegado a un acuerdo con los radicales en Corrientes, donde ganaron por un margen sumamente cómodo, la Libertad Avanza, que terminó en el cuarto lugar detrás del kirchnerismo y una facción radical díscola, estaría proclamándose responsable de la victoria que se anotó Juan Pablo Valdés, el hermano del gobernador saliente Gustavo Valdés. Puede que algo similar suceda en otros distritos en que el grueso del electorado propende a preocuparse más por los temas locales que por los nacionales.  


Tal y como están las cosas, la autoridad del gobierno encabezado por Milei seguirá dependiendo más de la falta de alternativas convincentes que de su propia pericia, pero ello no quiere decir que el presidente pueda darse el lujo de continuar a anteponer sus sentimientos personales a todo lo demás. En las semanas últimas, se hizo dolorosamente evidente que precise rodearse de hombres y mujeres más capacitados, y menos caprichosos, que aquellos que conforman el elenco gobernante actual.


Puede que Milei no lo comprenda, pero ya se ha terminado la parte más fácil de su gestión. No se equivocan quienes advierten que no será igualitario el orden propuesto tanto por Milei como por todos los conscientes de que el capitalismo liberal ha resultado ser el único sistema que se haya mostrado capaz de satisfacer las aspiraciones mayoritarias, ya que privilegia a quienes poseen las aptitudes precisas para prosperar y perjudicará a muchos otros, pero a menos que el país se resigne a un futuro dominado por la pobreza multitudinaria, no hay más opciones. En adelante, el gobierno tendrá que enfrentar los problemas nada sencillos que sufrirá una sociedad en transición que se ve obligada a cambiar un “modelo” socioeconómico poco exigente por uno decididamente más competitivo. Para no fracasar, necesitará contar con colaboradores que se destaquen por su capacidad profesional

HUMOR DIARIO

Cuatro dudas sobre una elección crucial





















Opinión y Actualidad

Cuatro dudas sobre una elección crucial

El ausentismo, el escándalo de los audios, la economía y la baja tasa de respuesta a las encuestas configuran el escenario de cara a los comicios bonaerenses.

Por Claudio Jacquelin

Para La Nación 



Javier Milei por Alfredo Sabat


En la recta final hacia la elección bonaerense el oficialismo nacional de la Libertad Avanza (LLA) y el oficialismo provincial de Fuerza Patria (FP) avanzan con tal incertidumbre que no pueden asegurar si están al borde de la cima o del abismo.



“Hay un empate técnico”, dijo Javier Milei, anteayer, en el acto de cierre de la LLA. “Las diferencias están dentro del margen de error”, afirman en el entorno de Axel Kicillof. “Está muy polarizado”, agregan en ambos extremos.


Son definiciones que repiten los encuestadores más confiables, aunque en todos los casos la escasa y para nada decisiva diferencia se da en favor del peronismo. Y en el cuánto está el todo.


Cuatro son las causas por las cuales nadie arriesga un pronóstico, más allá de lo que arrojan los fríos números, que en algunos casos dan alguna diferencia a favor del peronismo, para superar ese supuesto “empate técnico” o estar por encima del “margen de error”, el cual en casi todos los sondeos se ubica en torno del 1,5% y el 2%. 


El ausentismo que, con poquísimas excepciones, se ha convertido en una pronunciada tendencia en las elecciones provinciales de este año, es la mayor duda que albergan los dirigentes políticos y los consultores de opinión pública. Todos dan por hecho que será récord también en estos comicios.


“Entre los que responden las encuestas son demasiados los que dijeron que no tienen decidido aún si irán a votar. Como nunca”, se lamenta y previene un consultor con vasta experiencia en el territorio bonaerense, cuyo penúltimo sondeo (está cerrando hoy el último) le dio poco más de dos puntos de ventaja a FP. 


En las cercanías de Karina Milei y Sebastián Pareja, los armadores libertarios, y en el entorno de Kicillof y de varios de los principales intendentes peronistas de la primera y la tercera sección electoral (reúnen más del 70% del padrón provincial) coinciden casi palabra por palabra con esa advertencia. 


La segunda de la incógnitas se funda en los últimos tropiezos del Gobierno. Y en ese rubro, se destaca el escándalo de los audios atribuidos al examigo y exabogado de Milei, Diego Spagnuolo, que estaba a cargo de la Agencia de Discapacidad (Andis) y en los que acusa a Karina Milei y a su íntimo colaborador Eduardo “Lule” Menem de recibir supuestas coimas pagadas en la compra de medicamentos a la droguería Suizo Argentina. 


Como tercer interrogante, pero tanto o más importante, aparece el impacto que tendría la marcha de la economía, que entró en zona de turbulencias en el último mes. 


Luego del fuerte efecto positivo que tuvieron la pronunciada caída de la inflación y la estabilización de las variables, empezaron a registrarse algunos resultados negativos y complicaciones. La lista se compone de la caída de la actividad y el consumo, el empleo estancado y a la baja el retraso salarial en algunos sectores y los recientes aumentos en la cotización del dólar, a pesar de la sideral suba de las tasas de interés, que afecta al crédito. Todos estos ítems están subiendo puestos en el ránking de las preocupaciones de los argentinos. 


En cuarto lugar, para sostener la incertidumbre, aparece la bajísima tasa de respuesta a  las preguntas de los encuestadores. Según todas las consultoras, solo responde uno de cada cien consultados lo que deja una demografía demasiado grande sin cubrir como para poder trazar un escenario confiable.


¿Una contraofensiva?


En medio de este escenario complejo, se sumó en la última semana el grave  intento de censura por parte del Gobierno para evitar la difusión de escuchas, presuntamente comprometedoras y captadas en forma ilegal, hechas a la hermana presidencial y secretaria presidencial.


Sin embargo, la pretensión de silenciamiento habría tenido un efecto en cierto modo positivo para el Gobierno. Por un lado, tuvo menor impacto negativo que los audios atribuidos a Spagnuolo y, por otro y más importante, logró desalojar de la agenda por unos días el escándalo de las coimas en la Andis, que había tenido una notable penetración, superior al 80% de la población, y un mayoritario repudio por parte de la opinión pública.


Esa consecuencia con saldo, a priori, beneficiosa para el Gobierno abre entre los informados otro interrogante: no solo si logró neutralizar el caso Spagnuolo, sino sobre la autoría de las grabaciones. 


La sospecha de que fue hecha por los propios en busca de ese efecto neutralizador ganó volumen ante lo inocuidad de los dichos hasta ahora conocidos de la hermanísima, así como por el maximalismo del planteo judicial. A nadie más o menos avisado escapaba que un pedido de censura y de allanamientos a domicilios de periodistas generaría la repercusión que tuvo. En tierra de sombras, todos son fantasmas. 


No obstante, la recuperación de la agenda por parte del Gobierno (aún por malos motivos) fue revertida ayer con la reposición del escándalo de las  coimas en la Andis y la acusación de insensibilidad a Milei y los muy suyos con el tratamiento y rechazo del veto presidencial por parte del Senado a la ley de emergencia en discapacidad.


La reinstauración de la norma que el Presidente había vetado mostró, por un lado, un importante apoyo en la calle, que compitió en número con el de los militantes mileístas presentes anteanoche en el cierre de la campaña libertaria en Moreno. 


Por otro lado, en el recinto de la Cámara alta el rechazo al voto logró la adhesión de 63 senadores, lo que significa el 87,5% del total del cuerpo, un porcentaje que adquiere mayor relevancia cuando se contabiliza que es la primera vez en  22 años que el Congreso rechaza un veto presidencial.


La abrumadora derrota oficialista muestra la intención mayoritaria de los senadores de quedar a favor de una causa altamente sensible y en contra de una decisión de Milei que afectaba a uno de los sectores más vulnerables de la sociedad. Mucho más luego de que se conociera que  al mismo tiempo que se le retaceaban recursos a personas con discapacidad y a sus familias se habrían hecho negocios ilícitos en la agencia encargada de atenderlos, en beneficio de algunas de las más altas figuras del oficialismo. Demasiado. 


El abrumador rechazo al veto ratificó, además, la creciente fragilidad legislativa del ya minoritario oficialismo y una preocupante tendencia para este en la superestructura política. Lo destacó con implacable lógica matemática el politólogo Andrés Malamud. “Desde que asumió, el Gobierno enfrentó 34 votaciones legislativas. Hasta marzo 2025 hubo 17, de las cuales ganó 14. Desde abril 2025 hubo 17 y perdió 16. La composición del Congreso no cambió, el daño es todo autoinfligido”, publicó en X hace una semana. Ayer la proporción  negativa se amplió: en lo que va de este año el oficialismo fue derrotado en 17 de 18 votaciones.


Ese “daño autoinfligido” que señala Malamud lleva un subtexto que dice que Milei ha sumado muchos más enemigos que amigos durante este año entre la dirigencia política con representación parlamentaria y con dominio territorial. Eso lo convierte en un objeto de estudio por inusual mala praxis: no hay antecedentes cercanos de un gobierno que, manteniendo alto niveles de apoyo social, pierde aliados y reduce, en vez de aumentar, el  soporte parlamentario. 


Todavía el recuerdo del pasado y el logro de la baja de la inflación y el vacío o la debilidad de representación de sus opositores seguirían impidiendo, hasta ahora, que esa negativa relación de fuerzas (en aumento) se traslade proporcionalmente a las urnas en su contra. Pasado mañana enfrentará una prueba crucial.


Según los estudios de opinión pública,  esa fortaleza está siendo desafiada, de cara a las elecciones, por los supuestos escándalos de corrupción revelados, que emparentan al Gobierno con la casta a la que venía a terminar. Eso sin contar, por su menor repercusión, la presencia de conocidos barras bravas en los últimos dos actos proselitistas libertarios. Un hecho que el oficialismo no ha podido explicar y con el agravante de que cuenta en sus filas a dos autopromocionadas cruzadas contra los violentos de la tribuna, como la ministra de Seguridad y candidata Patricia Bullrich y la senadora provincial Florencia Arietto.


Es la economía


Sin embargo, más consecuencias prácticas tendrían los efectos negativos del programa económico. Pero, como se dijo, el cuánto impactarán en el voto de los bonaerenses es el gran misterio por develar.


“El caso Spagnuolo pegó en parte de los votantes blandos de LLA, pero lo que más está impactando, como siempre, es la economía”, señala una encuestadora que prefiere no divulgar sus números y coincide con tres colegas suyos de buena reputación.


Como dato adicional la consultora advierte que en la provincia de Buenos Aires ha registrado en su última medición una caída en la ponderación de Milei y su gobierno y, al mismo tiempo, una leve mejora en la imagen de Kicillof y hasta en la de Cristina Kirchner, respecto de mediciones cerradas hace dos semanas. Aunque parezca increíble.


Lo que no se anima a augurar la consultora es si esa modificación tendrá correlación en el voto de los bonaerenses, que está altamente polarizado, según todos coinciden. 


No obstante, se percibieron en los últimos días ciertos movimientos en los  márgenes (muy en los márgenes), que podrían beneficiar levemente a las opciones de izquierda y a las ofertas de candidatos de espacios moderados, como los excambiemitas y los peronistas no kirchneristas. 


Al respecto otros dos encuestadores señalan que esas opciones moderadas podrían reducir, en las secciones segunda y cuarta, la ventaja que en el interior de la provincia necesita sacar la lista libertaria para disputar el total. Advierten que en las últimas semanas se consolidó el diferencial a favor del peronismo en la tercera sección  (sur del conurbano) y se habría reducido la ventaja que tenía el mileísmo en la primera sección (norte del Gran Buenos Aires). 


De verificarse esto, el Gobierno debería conformarse con hacer una buena elección, como dijo el propio Milei. Eso implicaría perder por menos de cuatro puntos para sostener la ilusión de un triunfo en las elecciones nacionales del 26  de octubre, bajo la premisa de que el resultado de pasado mañana representaría el techo de Fuerza Patria y el piso de La Libertad Avanza. La distancia que medie entre uno y otro extremo no solo tendría consecuencias políticas. La interpretación del resultado que hagan los tomadores de decisiones es la mayor preocupación que existe en la Casa Rosada.


Tal vez eso explique que el mileísmo haya optado en las últimas horas por privilegiar como mensaje el pronóstico de una sensible mejora en el número de diputados y senadores con el que contará después de estas elecciones. Un vaticinio imposible de refutar. El punto de partida está demasiado bajo y aún con una derrota sensible la representación parlamentaria crecerá. En cualquier caso seguirá estando en minoría.


En el perokirchnerismo, en tanto, se llega a la recta final con “un ánimo más optimista respecto de hace dos semanas”, según un consultor del kicillofismo. Aunque a las dudas sobre la participación y a la magnitud del rechazo que sigue generando ese espacio se suman los efectos de la disputa interna no saldada. Todos se siguen recelando y muchos temen que los intendentes y líderes territoriales solo pongan todo su esfuerzo para sostener las listas de concejales y sean más renuentes en apoyar a los candidatos a senadores y diputados.


Mileístas y peronistas intentan salir a flote en el mar de dudas que deben atravesar hasta pasado mañana, cuando se develará el misterio de estas cruciales elecciones. Es mucho cuando falta muy poco.

"Editorial Columba: Dracula Integral" (¡¡¡105 PAGINAS!!!)