VIDEO | Los fantasmas de Néstor y las nuevas planillas truchas de Cristina: ni los muertos le firman los bienes

Ni el paso del tiempo ni el cambio de gobierno logran alejar a Cristina Fernández de Kirchner de los tribunales. La expresidente condenada por corrupción vuelve a estar bajo la lupa judicial: un peritaje clave podría exponer inconsistencias en sus declaraciones juradas ante la Oficina Anticorrupción, correspondientes a los años en que manejó el país a su antojo, de 2009 a 2015.
El estudio, a cargo de la fiscalía de Gerardo Pollicita, encontró lo que en el lenguaje técnico llaman “irregularidades formales”. En criollo: faltan datos, documentos y bienes que nadie puede explicar.
Los peritos detectaron “casillas en blanco”, ausencia de respaldos patrimoniales y omisiones en la sucesión de Néstor Kirchner, que impedirían reconstruir con precisión cómo evolucionó la fortuna del matrimonio más poderoso (y polémico) de la política argentina.
El informe, que ya se perfila como dinamita judicial, llega justo cuando Cristina enfrenta el juicio oral por la causa Cuadernos, donde se investiga el monumental esquema de coimas que habría funcionado durante sus gobiernos.
Allí, 174 imputados (26 arrepentidos) describen una maquinaria aceitada de corrupción que movía millones en efectivo, vuelos oficiales y bolsos con dólares desde el Hotel Panamericano hasta la famosa bóveda del sur.
Uno de los testigos más temidos, Ernesto Clarens, relató cómo cada semana se entregaban 300 mil dólares en efectivo que luego eran convertidos en divisas y entregados al entorno íntimo de la expresidenta. “Todo pasaba por ellos”, confesó.
Ahora, el nuevo expediente amenaza con sumar otro flanco de investigación, ya no por coimas sino por ocultamiento patrimonial. En los pasillos de Comodoro Py, un fiscal deslizó con ironía: “Cristina no llena las casillas, pero sí las bóvedas”.
El documento completo será remitido esta semana, y podría reactivar una ofensiva judicial que la expresidenta creía cerrada. Mientras tanto, su círculo más cercano evita hablar del tema y repite el libreto clásico: persecución, lawfare y odio mediático.
Pero la realidad es más simple: cada pericia que se abre, deja más preguntas que respuestas… y más millones sin destino claro.
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