Editorial
Doble moral
Para la condenada, la salud VIP no se negocia: es privada y de lujo
Cristina Kirchner solía llenarse la boca enalteciendo al Estado, pero cuando se trata de sus privilegios, no cede un centímetro. (Dibujo: Fernando Rocchia para AGENCIA NOVA)
La señora que protagonizó el robo al Estado y el fraude al pueblo más obsceno de la historia nacional no se resigna a soltar sus privilegios. De cada punta que va encontrando, se aferra bien fuerte para evitar su desaparición. Debajo suyo hay un precipicio, al cual le tiene pánico. Mientras hace equilibrio en la cornisa de su extinción política, toma todo lo que está a su alcance para hacerse notar. Incluso ridiculizarse bailando en el balcón en su condición de presidiaria con beneficio domiciliario.
En materia de salud, no es la primera vez que la condenada se hace atender entre algodones, en habitaciones que parecen de hotel VIP, a pesar de llenarse la boca hablando del rol del Estado como beneficiaro de la comunidad.
El Sanatorio Otamendi, donde fue operada este fin de semana a raíz de un cuadro de apendicitis, ya había recibido como paciente a Cristina Kirchner en 2021, cuando fue sometida a una histerectomía.
En 2013, durante su mandato presidencial, fue intervenida en el Hospital Universitario de la Fundación Favaloro para remover un hematoma subdural crónico. En esa internación le detectaron un coágulo entre el cerebro y el cráneo generado por un golpe en la cabeza que había sufrido dos meses antes.
Un año antes, se le extirpó un tumor de la glándula tiroides en el Hospital Universitario Austral de Pilar, también de carácter privado.
Llamativamente, el 27 de abril de 2011 la ex presidenta publicó un comunicado en el sitio oficial de Casa Rosada, donde lanzaba la siguiente frase: “Para nosotros la salud es un profundo concepto social”. Por supuesto que el mensaje no estaba dirigido a la porción de la población que se atiende por prepagas, sino a aquellos que se ven obligados a recurrir a la salud pública, que afortunadamente en este país goza de excelentes médicos, quienes hacen magia con los escasos recursos y la infraestructura derruida que les brinda el Estado en los espacios sanitarios.
En otro discurso pronunciado durante la inauguración del 133° período de Sesiones Ordinarias del Congreso Nacional el 3 de marzo de 2015, también publicado por Casa Rosada, la ex mandataria afirmaba: “A mí una de las cosas que más me han motivado y más me ha llevado es el tema de la salud pública. Es una cosa que me viene desde siempre, desde chica, desde que iba al Hospital de Niños en La Plata a vacunarme o a revisarme si me pasaba algo. Donde me operaron de las amígdalas, en el Hospital de Niños de La Plata. Que me viene también de la gestión de Néstor en la provincia de Santa Cruz, cuando desarrolló y puso en marcha el sistema de salud pública más importante que se tenga memoria. Y debo contarles a ustedes y a todos mis compatriotas que hemos hecho mucho en salud en la República Argentina”.
Estas palabras reflejan el cinismo del relato k al destacar la importancia de un Estado presente, interventor en lo social y garante de derechos como la salud gratuita y universal (por ejemplo, con la expansión del calendario de vacunas y hospitales públicos). Sin embargo, cuando la parca le ha pasado cerca, la ex mandataria ha exigido ser tratada en los sanatorios más costosos. Pura sarasa.
El periodista Eduardo Feinmann no perdió la oportunidad de ironizar sobre el inmoral doble discurso kirchnerista: “Nunca un hospital público. Ojalá se mejore atendida por los mejores médicos, de uno de los mejores sanatorios privados del país”, escribió.
El presidente Javier Milei también se sumó a las críticas al compartir un video de una cuenta libertaria donde se puede ver un recorte de CFK en el que remarcaba que “hay un sistema de salud pública cuando los presidentes se atienden en hospitales públicos. Lo demás es puro cuento”.
Por la boca muere el pez, dicen. Y material de archivo que lo avale, sobra, especialmente cuando se trata de una oradora abusiva que gastó miles de minutos en narrativas mentirosas y ocultamientos escandalosos que la llevaron a su ocaso político. El que padece hoy, por más que se haga atender en quirófanos recién lustrados.

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