Luis Caputo atiza la intransigencia.
- Clarín
- Ricardo Kirschbaum rkirschbaum@clarin.com
El razonamiento es simple, mirando las encuestas. Hasta aquí, el Gobierno precisó de alianzas tácticas – efímeras o algo más establespara resistir desde la minoría en el Congreso. Esas coincidencias le dieron número para aprobar leyes importantes, impedir el rechazo de vetos, pero sobre todo bloquear cualquier aventura de juicio político con el que siempre soñó el kirchnerismo. Así, la “oposición dialoguista” y los gobernadores le sumaron el poder decisivo de obturar cualquier intento contra Milei.
En estas elecciones de octubre, el ala más dura del Gobierno está segura de que ya no necesitará aliados porque obtendrá, por su propio esfuerzo, los legisladores necesarios para ese blindaje que ahora es prestado o alquilado.
Karina Milei es la punta de lanza de esa estrategia y los hermanos Menem la ejecutan, dejando heridos en el camino. Aliados como el correntino Valdés, por ejemplo, quedaron azorados por la intransigencia electoral libertaria. No solo en Corrientes sino en otras provincias, se nota la mano de la hermana del Presidente para no pactar salvo que se trate de una rendición incondicional.
La demostración más evidente fue en la provincia de Buenos Aires donde el PRO se sometió a ese potro de tormentos y se entregó a La Libertad Avanza. Todavía puede haber sorpresas de algunos intendentes díscolos que pretenden resistir y votar por fuera de la formalidad partidaria, en octubre, pero la mayoría se plegó a Ritondo, Santilli y Montenegro.
En síntesis, si las encuestas para octubre dicen la verdad, en diciembre el Gobierno tendría los legisladores necesarios para bloquear intentos de rechazos de vetos y de cualquier otra jugada contra Milei.
Esto explica la intransigencia con los gobernadores en todos los terrenos. Uno de ellos se confesó diciendo que si al abandono económico del gobierno de Milei se añade el
desapego político, la reacción de las provincias se explica por sí misma.
Esa dureza se anticipó ahora cuando la oposición y otros que nada tienen de opositores –como Luis Juez- lo pusieron al Gobierno en un brete difícil con el aumento de las jubilaciones, la extensión de la moratoria y la media sanción de dos leyes impulsadas por los gobernadores, apretados por la insuficiencia de recursos y el incumplimiento de promesas anteriores.
Que los 24 gobernadores se hayan puesto de acuerdo para avanzar con estos proyectos es un dato inocultable de la falta de diálogo fructífero con la Casa Rosada. Una reacción de esta magnitud denota falta de gestión política o impotencia de quienes son interlocutores de los gobernadores y no pueden cumplir los compromisos contraídos.
Luis Caputo, el ministro de Economía al que se responsabiliza en el propio gobierno de hacer caer los acuerdos que alcanzan otros, ha tenido mucho que ver con la decisión de los senadores y la rebelión de los gobernadores. Ha disfrazado la derrota del gobierno en el Senado con una frase que bien podría decirla un trotskista: cuánto peor, mejor.
“Lo de ayer es lo mejor que pudo haber pasado”, sentenció con la misma canchereada de otra frase sobre el dólar barato -”compra campeón…”- que ya quedará acuñada junto a aquellas que forman parte de las boutades argentinas.
Caputo está convencido, en su narrativa endogámica, que el voto masivo del Senado favorece al Gobierno porque mostró que el Gobierno no cederá. Son guiños al FMI, que es moroso en la revisión de las metas del acuerdo, y al mercado, que tiene su propia lectura y temores.
Ese relato victorioso, en cambio, trata de desconocer las dificultades políticas que tiene enfrente y que no solo son leídas en clave doméstica sino que tienen repercusión más allá de la frontera. Que Luis Caputo tiene un diálogo muy intenso e influyente con Milei no hay duda alguna y que haya reforzado la idea de romper puentes con los gobernadores, tampoco, como se notó en una operación política que fue torpe y que necesitó luego que el propio ministro saliera a aclararlo en un “reportaje” concesivo.
Con el resultado en la mano, ahora dicen que quieren hacer lo que impidieron hacer antes. Mandan de nuevo a la cancha a Guillermo Francos, que hace de policía bueno,
tratando de recomponer un diálogo para reparar en parte el daño. Quizá lo logre porque todavía no levantó el teléfono, pero solo para impedir el rechazo del veto a la extensión de la moratoria. Es mucho más difícil con el aumento a las jubilaciones y, si la aprueban los diputados, con las otras dos leyes que impulsaron los gobernadores. El rechazo al veto de Milei parece asegurado.
El Gobierno amenaza con judicializar: es más expresión de deseos que de realidad. Para vetar tienen que dar por buena la sesión en la que se aprobaron las leyes y es difícil que los jueces se metan en las cuestiones políticas de otro poder.
La pregunta crucial es: ¿el Gobierno dará el aumento a jubilados si le rechazan el veto y fracasa en su estrategia judicial?
Así como Luis Caputo que viene del PRO, Patricia Bullrich, ex candidata a presidenta por el macrismo, también se siente obligada a dar muestras de lealtad extrema. Se metió en una embestida contra la vicepresidente Villarruel, que no se quedó callada y le sacó a ventilar el prontuario político de la actual ministra. ¿Acaso lo que discuten es la ascendencia política de una u otra sobre las fuerzas de seguridad? No hay que olvidar que Karina está apareciendo cada vez más como figura central en los actos de esas fuerzas, ya sea para que el interés no se centralice en Villarruel o en Bullrich, que tiene intactas sus ambiciones presidenciales.
El Presidente ya le ha dicho a Villarruel que es una “traidora” con lo que ha puesto a la vicepresidenta fuera de su espacio político, añadiendo un fuerte elemento de tensión al escenario electoral.
La vice, ahora, ha decidido contestar sin eufemismos y tiró a pegar:“No traiciono
pero no convalido mentiras ni decisiones que perjudiquen a los argentinos”. En otras palabras, se puso del lado de los gobernadores y del moderado -y justo- aumento a los jubilados.
El peronismo bonaerense, en tanto, se ha amontonado más que unido. Su suerte electoral, aseguran, depende del grado de participación de la gente. Los antecedentes de abstención de las últimas elecciones no lo favorecen, pero confían en encontrar un motivo de motivación para fomentar la concurrencia a las urnas.
La prisión de la ex presidenta no será, en los hechos, el planteo central de los estrategas electorales.
¿Cristina?, se preguntó un importante referente del PJ. Y se respondió a sí mismo:
“Es una vela que se está apagando…”
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