domingo, 7 de diciembre de 2025

Kicillof, el “enemigo ideal” que ya eligió Milei











LA NACION > Opinión


Kicillof, el “enemigo ideal” que ya eligió Milei


LA NACION


Fernando Laborda




Javier Milei y Axel Kicillof de Alfredo Sábat



El miércoles próximo será para los libertarios el gran día en que aquel bloque que, hasta el 9 de diciembre de 2023, integraban solitariamente Javier Milei y Victoria Villarruel se convertirá en primera minoría en la Cámara de Diputados y desplazará de ese lugar nada menos que al peronismo. Lo dice todo la imagen del actual presidente de la Nación coreando el estribillo “La casta tiene miedo” desde un palco del Congreso, durante la reciente ceremonia de asunción de los nuevos legisladores nacionales. Se asemejó a la apropiación por parte del líder libertario de ese ámbito parlamentario que a lo largo de los dos últimos años le fue tan desfavorable en numerosas votaciones y al que, en su momento, optó por darle la espalda en su primer mensaje como presidente de los argentinos. Es probable, sin embargo, que esa sesión termine siendo más recordada por el bochornoso espectáculo que brindaron tanto diputados opositores que asumieron jurando por corruptos condenados a prisión como diputados del oficialismo ejerciendo bullying sobre sus adversarios. Un verdadero papelón y una nueva afrenta a las instituciones de la República.



Para que La Libertad Avanza alcanzara 95 diputados nacionales no alcanzó con la buena elección de octubre, en la que superó el 40% de los votos. Se recurrió a mecanismos de cooptación de representantes de Pro y a negociaciones con algunos gobernadores provinciales. En cierto modo, la nueva forma de buscar la consolidación de su poder alejó a Milei de su sueño de gobernar y legislar sin tener que negociar con nadie.


El modelo de construcción de poder que Milei y algunos de sus acólitos siempre consideraron el ideal fue el de Nayib Bukele, quien llegó en 2019 a la presidencia de El Salvador tras imponerse en las elecciones a los dos grandes partidos que hasta entonces dominaban el escenario político -Arena y el FMLN- y debió lidiar desde el comienzo con el hecho de tener que gobernar con una franca minoría parlamentaria. Esta situación derivó en recurrentes conflictos, como cuando Bukele llegó al extremo de ordenar el ingreso de efectivos del ejército a la sede de la Asamblea Legislativa. Sin embargo, el exitoso plan de lucha contra la inseguridad, en un país que hasta entonces registraba el mayor número de homicidios per cápita del mundo, le dio a Bukele un enorme apoyo popular, que le permitió ganar en 2021 las elecciones legislativas de medio término con alrededor del 70% de los votos y, en febrero de 2024, ser reelegido presidente con el 84,6% de los sufragios. Las fuerzas opositoras salvadoreñas quedaron reducidas a su mínima expresión.


El proceso de acumulación de poder por parte de Bukele suena como música para los oídos de los mileístas. Claro que la situación de Milei es muy distinta, aunque a partir de ahora gozará de un nivel de gobernabilidad mucho más consistente que aquel con el que asumió la presidencia de la Nación. La capacidad parlamentaria para rechazar los decretos de necesidad y urgencia será, en adelante, mucho menor. Prácticamente nula será la posibilidad de la insistencia del Congreso en leyes que sean vetadas por el Poder Ejecutivo (se necesitan dos tercios en cada cámara) y también la posibilidad de hacerle un juicio político al primer mandatario. Aun cuando Milei deberá reunir voluntades de otras fuerzas políticas para alcanzar el quórum propio y sancionar leyes, hay, sin duda, un nuevo equilibrio de poder.


Cuando Milei llegó al poder, tenía dos grandes desafíos. El primero era reconstruir la economía, empezando por bajar la inflación. El segundo era consolidar su poder político, para lo cual tenía dos caminos posibles: el cooperativo o coalicional, y el polarizador o centrifugador. Optó por este último, desechando la posibilidad de armar una gran coalición de gobierno, y buscó sustraerles votantes a sus competidores -fundamentalmente, al macrismo- para así apropiarse de la representación no peronista. Su estrategia fue tan agresiva como riesgosa y encontró momentos de gran zozobra, como cuando La Libertad Avanza fue derrotada en los comicios bonaerenses del 7 de septiembre.



El oficialismo mileísta se las ingenió para capitalizar a su favor aquel mal resultado electoral en la provincia de Buenos Aires, de manera que buena parte de la ciudadanía interpretara que, en los comicios de octubre, no había terceras opciones electorales: o se lo rescataba a Milei o volvía el kirchnerismo. El resultado fue óptimo para La Libertad Avanza. El 40% de votos cosechados fue bastante menor que el 55,6% obtenido en el balotaje presidencial de 2023, pero resultó suficiente para enviar la señal de que se produjo un cambio en la representación de los votantes no peronistas, por lo que Milei pudo asumir un liderazgo mucho más nítido en ese segmento de la población.


Terceras fuerzas no peronistas, tales como Pro, la UCR y la Coalición Cívica quedaron reducidas a porciones mínimas respecto de lo que alguna vez llegaron a representar. También el peronismo disminuyó a niveles históricos mínimos; sin embargo, continúa siendo la principal referencia opositora a Milei.


El nuevo e incipiente sistema partidario puede reconstituirse, de este modo, sobre la base de una dualidad peronismo-no peronismo, pero con un liderazgo mucho más claro en el no-peronismo, representado por el actual presidente de la Nación. Algo alejados del centro de esa suerte de bipartidismo estructural han quedado al menos dos bordes blandos. Uno dentro del ecosistema de votantes peronistas, que es representado en buena medida por gobernadores provinciales filoperonistas, como Gustavo Sáenz (Salta), Hugo Passalacqua (Misiones), Osvaldo Jaldo (Tucumán) o Raúl Jalil (Catamarca), que apoyaron en las últimas elecciones presidenciales a Sergio Massa. El otro borde lo forma otro contingente de gobernadores, asociados a Provincias Unidas, a la UCR y a Pro, como Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Ignacio Torres (Chubut) y Carlos Sadir (Jujuy), que podría tener relevancia para permitirle la sanción de leyes a Milei y, eventualmente, posibilitar su reelección en una segunda vuelta electoral en 2027. Un tercer borde, constituido por las fuerzas de izquierda, que nunca estará con Milei, podría llegar a ser más funcional a una opción peronista.


Luis Caputo puso en duda el necesario aval de la Nación al endeudamiento externo que pretende Kicillof


El futuro del escenario político dependerá, más allá del desenvolvimiento de la economía, de si Milei sigue buscando, como hasta hoy, centrifugar y polarizar, o si innova y se mueve hacia el centro, para consolidar su liderazgo y ampliar sus márgenes de competitividad. Los principales ideólogos libertarios creen que esta última alternativa no es la más viable. Como alguna vez sostuvo el biógrafo presidencial Nicolás Márquez, “a la izquierda hay que combatirla viralmente y con la máxima brutalidad” desde la derecha y no desde el centro, “que es funcional a la izquierda”. Para este ideólogo “ante un tumor, la derecha te opera y te lo saca, aunque resulte doloroso, mientras que el centro solo te llena de anestesia, pero el tumor y la metástasis te carcomen y te matan”.


Si el camino de Milei pasara por seguir tensionando y polarizando, necesitaría tener un “enemigo” en la vereda de enfrente y hoy el rival ideal para La Libertad Avanza no es otro que Axel Kicillof.


La elección del gobernador bonaerense como posible adversario ideal no es caprichosa. La última encuesta de la consultora Synopsis, realizada entre 1088 casos desde el 13 hasta el 18 de noviembre en el orden nacional, refleja que, frente a la pregunta sobre quién es el principal referente o líder de la oposición al gobierno de Milei, el 31,3% responde “ninguno” y a continuación se ubica Kicillof, con el 28,4% de respuestas, por delante de Cristina Kirchner, con el 14,3%, y de Massa, con el 3,6%. Si se considera exclusivamente la opinión de quienes manifestaron votar a Massa en el balotaje presidencial de 2023, Kicillof sube al 40,3% y aventaja por 22 puntos a Cristina Kirchner.


Analistas como Lucas Romero, director de esa encuesta, sostienen que con Kicillof como adversario, Milei tendría buenas probabilidades de arrastrar votos que se ubican en el centro y un interesante margen de competitividad. En cambio, creen que si el peronismo se reconfigura con la emergencia de una construcción de tinte progresista con un candidato de perfil más centrista y moderado, podría surgir una primera amenaza para Milei. Claro que para que esto último ocurra debería plantearse un debilitamiento muy notorio de los liderazgos kirchneristas, como los de Cristina y Kicillof, dentro del peronismo, al tiempo que debería surgir un movimiento interno que tome ese lugar para construir una coalición diferente que no tenga que hacerse cargo de los fracasos del kirchnerismo en el pasado.


La pregunta que cabe formularse en estos días es si, estando llamado Kicillof a constituirse en el “enemigo ideal” de Milei, ¿le convendría al gobierno nacional soltarle la mano a la administración bonaerense en este particular momento en que su gobernador está buscando endeudarse en dólares para hacer frente a sus compromisos?


El ministro de Economía, Luis Caputo, puso en duda el necesario aval de la Nación al endeudamiento externo que pretende Kicillof y que la Legislatura bonaerense aprobó el jueves último, en una sesión en la que, para conseguir votos de oficialistas y opositores, se repartieron nuevos cargos de directores en el Banco Provincia y fondos para los municipios. Los legisladores autorizaron un endeudamiento de 3685 millones de dólares, de los cuales solo 1446 millones responderían a vencimientos de deuda de 2026. Según Caputo, la provincia no estaría cumpliendo con la ley de responsabilidad fiscal, según la cual no se deberían aumentar los gastos corrientes por encima de la inflación, por lo que la deuda nueva no debería estar sujeta a aprobación.


El propio Milei alabó la actitud de los legisladores de La Libertad Avanza que, a diferencia de sus pares de Pro y la UCR, rechazaron la autorización de aquel endeudamiento. Un hecho, sin embargo, sembró dudas: la ausencia en la votación del legislador mileísta Ramón “Nene” Vera, hecho que pudo haber ayudado al kicillofismo a conseguir los dos tercios de los miembros presentes del cuerpo legislativo.


Para poder elegir un adversario como Kicillof de cara a 2027, Milei necesitaría que Kicillof no deje de ser candidato antes por problemas de gestión. Podría suponerse, entonces, que el gobierno nacional debería hacer lo necesario para que la administración de Kicillof no desbarranque, sin por eso ayudarlo a que tenga los mejores resultados. En otras palabras, aparecer en los momentos más dramáticos para auxiliar a la provincia, pero mientras tanto, tratar de condicionar a Kicillof para que no pueda lucirse.


Si bien lo ideal para la economía del país es la presencia de candidatos presidenciales que no espanten al mercado, este perfil no sería el más conveniente para la estrategia polarizadora de Milei. Es probable que los operadores del Gobierno trabajen para que un candidato como Kicillof sea el que esté enfrente, pero deberán lidiar para que esa hipotética postulación no termine provocando una incertidumbre no deseada.


Por Fernando Laborda

"El Hombre Nuclear #6"

sábado, 6 de diciembre de 2025

HUMOR DIARIO

El mundo ahora espera algo de normalidad











LA NACION > Economía


El mundo ahora espera algo de normalidad


En la comunidad inversora se percibe ansiedad por los resultados; el éxito no está solo en las economías de performance extraordinaria, sino en las que son consistentes a lo largo del tiempo


LA NACION


Florencia Donovan



Javier Milei por Alfredo Sábat


“[El] defaulteador serial Argentina se prepara para volver a los mercados de bonos”, tituló esta semana la agencia Bloomberg, una de las fuentes de información más influyentes del mundo. No importa cuántos méritos acumule la gestión libertaria, está a la vista que la Argentina sigue teniendo un problema grave de reputación. No es de extrañar que los economistas de todas las corrientes estén insistiendo con que el país debe acelerar la compra y acumulación de reservas internacionales. Al incumplidor serial se le exige pagar de contado (o al menos, mostrar que tiene con qué hacerlo).



La administración de Javier Milei está por estas horas en una situación casi inigualable para realizar cambios de fondo que permitan poco a poco ir poniendo al país en la lista de los “previsibles”. El éxito no está solo en las economías de performance extraordinaria, sino en las que son consistentes a lo largo del tiempo. El Gobierno tiene apoyo popular con un sustento electoral inapelable, cuenta con una fortaleza legislativa que no tenía en sus primeros dos años, ya tiene un recorrido que debería otorgarle experiencia en la gestión, cuenta con el apoyo político de la administración de Donald Trump y además navega un contexto internacional bien amigable para la economía local. En la comunidad inversora se percibe la ansiedad de resultados. Es directamente proporcional en este caso la demanda a la capacidad que perciben en la oferta. Ya no hay excusas.


El Gobierno está acomodando las fichas a las nueva realidad poselectoral. La diputada Carolina Píparo -otra oveja que volvió al redil oficialista-, que acaba de finalizar su mandato en el Congreso, asumiría a instancias de Karina Milei en el directorio del Banco Nación (BNA). La mesa chica del principal banco estatal del país estaría en proceso de cambio. El hombre fuerte del BNA, el vicepresidente Darío Wasserman, es quien talla en el armado. La idea sería depurarlo de aquellos nombres que habían ingresado a comienzos de la gestión de la mano de Nicolás Posse. Nicolás Carvajal y Gonzalo Pascual serían algunos de los apuntados. La salida de José ‘Cochi’ Rolandi de la jefatura de Gabinete no es un movimiento aislado. El poder está cada vez más concentrado.


Casi lo contrario a lo que sucede en la provincia de Buenos Aires. Allí, el nuevo directorio del Bapro se transformó en una película de Disney de estos tiempos: hay cargos asignados para todos los jugadores fuertes de la legislatura bonaerense. Todo sea para conseguir los votos que permitan endeudarse en 2026 en unos US$3000 millones adicionales.



En materia legislativa, para el gobierno nacional el presupuesto será apenas la primera parada. La nueva conformación del Congreso y las charlas preliminares con algunos gobernadores hacen que el oficialismo esté confiado. Tiene cartas para negociar. Sólo a la Ciudad de Buenos Aires el Tesoro les tiene pisados pagos por unos $360.000 millones, correspondientes a la coparticipación que Jorge Macri reclamó por via judicial. Ayer, en su reunión con el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, y con el ministro del Interior, Diego Santilli, Macri ofreció como alternativa que le paguen en especies vía la transferencia de bienes o predios nacionales como, por ejemplo, el Mercado de Hacienda de Liniers. Por ahora no hubo respuesta.


El equipo económico consiguió así cerrar noviembre, una vez más, con superávit financiero (esto es, lo que queda después de pagar gastos y los vencimientos de la deuda). Para fin de año, pese a la desaceleración de la recaudación, el Tesoro estaría mostrando un superávit fiscal del 1,4% del PBI, por encima del establecido en el acuerdo con el FMI, aunque levemente por debajo (por ahora) del 1,6% que se había autoimpuesto el Poder Ejecutivo.


Luego será el turno de la reforma laboral. La letra final no se alejaría demasiado del proyecto que circuló en las últimas semanas. En la industria de las aseguradoras de riesgo del trabajo no se ilusionan demasiado con que la reforma pueda terminar de dar de baja el principal problema que tienen -y que comparten con las pymes-: el altísimo nivel de litigiosidad. Ante la duda, están preparando una propuesta para acercarle al Gobierno. La situación de dichas compañías, que también tienen un trabajo de mea culpa pendiente, sigue deteriorándose. En las próximos días, se espera que la Superintendencia de Seguros inhiba a Galeno ART de celebrar nuevos contratos. La empresa va camino a la liquidación. Hasta comienzos de año, supo ser una de las tres más grandes del sector.


Con todo, es posible que la reforma laboral no termine de sancionarse a fin de año. Luego se le sumarán en febrero las reformas del código penal y la reforma tributaria, tal vez, la que más expectativa genera en el sector privado.


Esta semana generó algo de inquietud entre las mineras el proyecto de reforma de la ley de Glaciares que circuló entre los gobernadores. “Acuerdo Federal para el Desarrollo Económico, Productivo y la Protección de los Glaciares y el Ambiente Periglaciar”, es el título de la norma, a la que accedió LA NACION. La pompa del enunciado tiene explicación. La idea es que se realice una suerte de acuerdo federal, que incluya primero el visto bueno de los gobernadores que deseen adherir. Luego, según algunas interpretaciones, deberían aprobar las legislaturas provinciales, para finalmente enviar en conjunto el proyecto de ley al Congreso nacional. El problema, advierten en el sector privado, es que lo engorroso del proceso político podría terminar haciendo naufragar la ley. Quedaría, por lo pronto, a merced de medidas cautelares en todas las jurisdicciones. Y volvería a poner a prueba la capacidad de algunos caudillos provinciales de conseguir acompañamiento para el desarrollo de la minería. Hay provincias donde este tema es de extrema sensibilidad, como el caso de Mendoza. Ni hablar de si se conjuga además con un debate sobre las fuentes de agua dulce.



Las principales mineras de cobre ya advirtieron en privado que no pueden avanzar con las inversiones sin contar con el respaldo legal que les asegure, más adelante, que no se les cuestionará el área de explotación. De hecho, grandes compañías como Vicuña, la sociedad formada por la australiana BHP y la canadiense Lundin Mining para desarrollar dos yacimientos de cobre, oro y plata de Josemaría y Filo del Sol, estarían esperando la norma para presentarse al Regimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). Una vez más, la Argentina necesita ofrecer garantías más que cualquier otro país.


Independencia


En tal sentido es que entre los economistas no sólo hay una demanda de que el país acelere la acumulación de reservas. Ayer, lo volvió a pedir el Fondo Monetario Internacional (FMI). Hasta el miércoles de esta semana, sin embargo, en el balance cambiario del Tesoro, las ventas habían superado las compras en US$31 millones. Pero muchos reclaman además que para que el régimen cambiario argentino goce de credibilidad debe avanzarse como mínimo con una ley que garantice la independencia del Banco Central (BCRA). En Perú, país que el equipo económico mira como modelo, tiene en su Constitución que el Banco Central no puede financiar al Tesoro. Esta semana, el presidente de la entidad, Julio Velarde, lo apuntó como una de las claves del éxito peruano. Chile, lo mismo. “La Argentina debería darle independencia plena al BCRA”, sentenció esta semana en una conferencia del Peterson Institute for International Economics (PIIE), el expresidente del banco central chileno José de Gregorio. Es cierto que la administración libertaria recién ahora está en una posición de fortaleza para plantear cambios legislativos de este tipo, pero tampoco da señales de apuntar en esa dirección. El presidente del BCRA, Santiago Bausili, sigue de hecho participando en todos los actos de gobierno y reuniones de gabinete. También es parte del elenco estable del equipo económico en los streamings oficialistas. ¿Será que para llegar a la institucionalidad que necesita la Argentina debemos primero permitirnos cierto pragmatismo que ignore estos detalles republicanos?


Para que la Argentina vuelva a ser foco de grandes inversiones internacionales -y consiga crecer sostenidamente, no sólo espasmódicamente “como pedo de buzo”- son muchos los deberes que deberá hacer. En el debate de las leyes que vienen será clave que el Gobierno muestre ductilidad para construir consensos. La oposición ideal -no para ganar una elección, pero sí para hacer a la Argentina sostenible- será aquella que no busque refundar cada cuatro años el país. De nada sirve planchar la inflación si se desoyen otros reclamos igualmente genuinos. La demanda de empleo está hoy también al tope de prioridades en todas las encuestas. ¿Será que se arregla sólo con la macro en orden? En la industria son todo menos optimistas. “Volvieron los noventa, pero por ahora sin crédito ni crecimiento”, se dijo esta semana en una importante cámara empresarial.


Además de las cuestiones normativas, la definición del régimen cambiario y monetario es, en el corto plazo, crucial. El ministro Luis Caputo insistió esta semana en que las bandas de flotación llegaron para quedarse. En el directorio del FMI la cuestión sigue siendo materia de debate. Tanto que esta semana decidió postergar la reunión informal que tenía prevista para hoy, a la espera de que avancen más las negociaciones entre el staff del organismo y el gobierno argentino.


En el entorno del Presidente, no obstante, sigue orbitando la idea de que la Argentina nunca terminará de ser creíble si no tiene una moneda en la que los argentinos confíen. En otras palabras, en las conversaciones empresarias la idea de una eventual dolarización no termina de darse por muerta. Todo en un momento en el que Estados Unidos parece más dispuesto que nunca a hacer lo que sea necesario para recuperar su influencia regional. El economista Steve Hanke, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Johns Hopkins, admitió recientemente que forma parte de un grupo de consulta que armó el gobierno norteamericano, con Marco Rubio a la cabeza, para estudiar cómo potenciar el uso del dólar en la región. La iniciativa incluye apuntalar la dolarización en países que lo demanden. La Argentina, dice Hanke, “sería la opción número 1”. ¿Será?


Por Florencia Donovan

"Corto Maltés - El dia de Tarowean"