martes, 25 de noviembre de 2025

Ya que le sobran cuadernos, que tome nota











Editorial


Basta de sarasa


Ya que le sobran cuadernos, que tome nota



Cristina Fernández de Kirchner, protagonista de escandalosas causas de corrupción, insiste en su papel de víctima. (Dibujo: Fernando Rocchia para AGENCIA NOVA)


“Que yo esté privada de mi libertad y proscripta es la metáfora perfecta y disciplinadora de una Argentina a la que le están liquidando sus posibilidades de desarrollo y crecimiento económico”, disparó este fin de semana Cristina Fernández de Kirchner durante el 38° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersex y No Binaries. Parece que la última opción que encontró, en medio de su ocaso político, es captar la atención del público del colectivo LGBT, amparándose en la cuestión de género.


“Nadie nunca te regala una vida mejor” (…) Si algo hemos aprendido de nuestra historia es que nadie, absolutamente nadie, se salva solo”, apuntó mediante un mensaje de audio, la única herramienta de comunicación que le queda, además de las redes sociales a las que recurre permanentemente en un intento desesperado de no ser olvidada.


Lo que debería recordar la condenada a 6 años de prisión, quien aún encerrada en su domicilio sigue manejándose con su habitual impunidad, es que en innumerables ocasiones hizo todo por salvarse sola. Le soltó la mano a varios de los imputados por causas de corrupción durante su mandato y el de su difunto marido, como por ejemplo Lázaro “testaferro” Báez, Julio “bolso volador” López, Amado “billetes falsos” Boudou, Ricardo “coimero” Jaime y Julio “administrador fraudulento” de Vido.


En general, la mecánica implementada por CFK en estos casos era la siguiente: en primera instancia, sostener mínimamente a estas figurasa nivel discursivo, mientras la causa era de tinte político; luego, dejarlos caer a medida que aparecía evidencia judicial comprometedora y, finalmente, abandonarlos por completo para despegarse, incluso si se trataba de aliados históricos suyos o de Néstor Kirchner (cuya causa de muerte nunca quedó esclarecida, dicho sea de paso).


Una refrescada de memoria no le vendría mal a la ex presidenta que aprovecha su acceso a la red social X para victimizarse continuamente acusando persecución política y “lawfare”, uno de sus vocablos favoritos, junto con algunos insultos.


Lo cierto es que pesan sobre su figura de ex mandataria causas gravísimas en perjuicio del Estado nacional y del pueblo, y -claramente- en beneficio de sus propias cuentas bancarias: Vialidad (obra pública en Santa Cruz), por la cual cumple condena con inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos; Cuadernos, basada en los “libros” que trasladaba el ex chofer Oscar Centeno con anotaciones sobre pagos de sobornos por obras públicas; Hotesur y Los Sauces, donde se investiga asociación ilícita y lavado de dinero utilizando hoteles e inmuebles de la familia Kirchner para recibir retornos de empresarios que ganaron contratos de obra pública; Memorándum con Irán, que involucra el delito de traición a la Patria, sumado al encubrimiento agravado y abuso de autoridad; Ruta del Dinero K, que investiga el lavado de dinero a través de empresas vinculadas a Lázaro Báez, con fuga de fondos a paraísos fiscales; y el uso de la flota presidencial para el traslado de bienes a Santa Cruz, entre otras causas de las que logró zafar.


Por si esta lista no fuera suficiente, el manto de duda sobre las circunstancias del abrupto y horroroso deceso del fiscal Alberto Nisman en 2015, quien iba a presentar pruebas contra el kirchnerismo, sigue vigente.


A casi once años del hecho, hay un incómodo indicador para la Jefa de la Banda: cada avance judicial refuerza la hipótesis de homicidio vinculado directamente a su gobierno y al Memorándum con Irán, en el marco de la denuncia que Nisman había presentado contra ella 24 horas antes de aparecer muerto. Todas las pruebas decantaron en un crimen político por encargo.


La fiscalía de Eduardo Taiano ratificó formalmente que se trató de un asesinato y detalló en un extenso dictamen la presencia de múltiples irregularidades en los momentos iniciales de la investigación, todas ocurridas cuando el aparato estatal todavía respondía al kirchnerismo.


Los expedientes apuntan a maniobras e interferencias sospechosas de sectores de inteligencia ligados al poder político de aquel momento. Sin embargo, la causa permanece estancada en la identificación de los autores materiales e intelectuales. Cabe preguntarse: ¿quiénes se beneficiaban con el silenciamiento de un fiscal que estaba a punto de comprometer judicialmente a quien era presidenta? El interrogante se responde solo.


La autoridad moral que pretende transmitir la ex mandataria condenada, quien se empeña en seguir lanzando críticas desde un lugar de poder que ya no posee, siempre estuvo manchada. No solo con el engranaje de la maquinaria de enriquecimiento ilícito que se encargó de aceitar, sino también, con sangre.

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